Artículo de Giovanny José Durán, tomado de El Informador
Foto: Ana Paredes |
Lo mismo le sucedió a la nutria, se tragó una bolsa de helado y falleció el 5 de julio de 2015. Así mismo, el casuario (avestruz) se asfixió con una pelota de golf y dejó de existir en septiembre de ese mismo año. La culpa es de los visitantes que no miden las consecuencias al arrojarles objetos a los animales.
Santo Bálsamo, director del Bararida, manifiesta que debido a esa grave situación, en el lugar se viene trabajando con un programa educativo, con el objetivo de crear en los usuarios conciencia ambiental, con el fin de evitar que sucedan daños irreparables al lugar, pues los animales que han muerto están en ciclo de reproducción, el cual se paraliza, evitando el crecimiento de esas especies en extinción.
Cuenta que el parque está dividido por 11 zonas. Cada una con cuidador y dos efectivos de seguridad, quienes se mantienen alerta ante la inconsciencia de los visitantes; sin embargo, siguen violando la normativa y arrojan objetos a los animales. La revisión de los bolsos en la entrada del parque es exhaustiva, asegura Bálsamo. “La norma es no entrar con pitillo, compotas, pelotas, bombas y todo eso.
Lamentablemente hay visitantes que pasan por las cercas estas cosas y los que se ven afectados son los animales”, lamenta.
Otra medida rigurosa es sacar del parque a quien se vea tirando objetos a los animales o en su defecto dañando las áreas.
El director del parque cuenta que hay muchos animales, los cuales tienen un comportamiento pasivo, por lo que visitantes al verlos quietos comienzan a molestarlos, lanzando hasta piedras y la reacción de ellos es que al caer algo en sus bocas tragan inmediatamente, como le ocurrió al caimán del Orinoco.
“Hemos sido insistentes en el llamado a los usuarios para que no hagan esto porque es un daño irreparable contra el parque. Hay inconsciencia y definitivamente eso lastima los animales”, agrega. Disfruten del parque pero no lo perjudiquen, exhorta.
La dieta ha variado
La alimentación de las 8.000 especies que conforman el Bararida ha variado porque se ha vuelto difícil adquirir algunos productos. No obstante, la asistencia diaria en cuanto a comidas se mantiene, asegura el director del parque. El problema se extiende hasta la adquisición de medicinas, entre éstas, los anestésicos. El costo se ha elevado al punto que es recurrente la solicitud de créditos adicionales a la Gobernación.
El manatí, caimanes, venados y oso frontino están en reproducción. “Cuidemos este pequeño bosque en medio de la ciudad”, es el llamado del director del Parque Bararida.
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