No veía de un ojo y acababa de tener hacía un mes su tercera camada: dos cachorros a los que se iba a poner nombre esta semana y que han sobrevivido. Falleció por el estrés del traslado.
Artículo de
B. Tobalina., tomado de
La Razón.es
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Los linces han sido reubicados. |
Aunque las llamas se acercaban, el personal del Centro de Reproducción de linces ibéricos de El Acebuche, en
Doñana, sabía que tenían que esperar. No podían capturar y meter a los animales en jaulas hasta que no les dieran la orden. «Nos dijeron que teníamos una hora y media para evacuar el centro. Los trasportines y demás lo teníamos listo. Estábamos preparados. Actuamos cuando nos lo dijeron, no antes», explica a LA RAZÓN Francisco Villaespesa, director de los centros de cría de lince ibérico de El Acebuche (Huelva) y Zarza de Granadilla (Cáceres), que estuvo durante la evacuación del centro de Doñana.
A pesar del humo, del calor y de ver cómo caía ceniza por el fuego que ya devoraba el parque natural, esperaron y lograron capturar y evacuar a 14 de los 27 mamíferos presentes en el centro, entre ellos todos los cachorros (cinco). El resto, 13 ejemplares adultos, no se pudieron capturar, por lo que se procedió a dejar las puertas del centro abiertas por si, en caso de llegar las llamas, los linces pudieran escapar.
Aunque cuentan con protocolos para casos de urgencia, como el vivido el domingo, «era la primera vez que nos enfrentábamos a una evacuación», afirma Villaespesa. «En el caso de unos animales tardamos cinco minutos en capturarlos, en otros 20, no se puede hablar de un tiempo medio». Para ello, utilizaron diferentes técnicas, como jaulas trampas, cerbatanas (que es como un dardo tranquilizante)... «En el caso de Homer –el lince hembra que falleció por estrés durante el traslado–se capturó con una especie de cazamariposas».
Una vez habían conseguido atrapar al número máximo de ejemplares y sabiendo que se les acababa el tiempo dado para la evacuación, procedieron a su traslado. «Los llevamos en turismos y en 4X4 a la Policía Local de Matalascañas, a unos 4 o 5 kilómetros de distancia, un lugar seguro». «Iban uno o dos animales por vehículo». En los traslados largos a otros centros de crías en cautividad, por ejemplo, va el conductor y un veterinario en el vehículo que está pendiente en todo momento del estado de los animales. En este caso, al tratarse de una distancia corta, unos 5 o 10 minutos, y de un caso de urgencia, no hubo esa posibilidad. «Era inviable, en cualquier caso un veterinario examinó después a los linces». Es precisamente en la comisaría de «la Policía Local donde nos dimos cuenta de que Homer había muerto del estrés», precisa Villaespesa.
Homer acababa de tener hacía algo más de un mes a su tercera camada, dos cachorros. Una camada tardía. Dado que lo habitual es que los alumbramientos de linces es que tengan lugar entre marzo y abril. Eso es porque esta especie suele tener un único celo al año, entre diciembre y febrero. Pero Homer, que repetía cópulas con Esparto, tuvo un primer celo en enero y otro a mediados de marzo.
A pesar de las 26 cópulas iniciales su test de gestación daba negativo. Pese a ello, el equipo del centro mantuvo todos los protocolos ante un falso negativo. Sin embargo, en vez de buscar encamarse en una de las parideras disponibles, volvió a copular con Esparto. Había tenido su segundo celo. Fruto de aquellos 16 encuentros, el pasado 19 de mayo, hacia las dos de la madrugada, daba a luz a dos ejemplares, a los que «justo esta semana les íbamos a poner nombre, pero con el incendio no se ha hecho. No hemos decidido aún su nombre, sólo que el de ambos cachorros tiene que empezar por la letra ‘‘o’’ (cada año se cambia de letra por orden alfabético)», explica Villaespesa, que hace hincapié en que «ambos siguen vivos». «Este año no ha muerto ningún cachorro (de los nacidos aquí), sólo falleció uno de campo», precisa el experto, que añade que «era la primera vez que no se separaba al macho de la hembra antes del parto. Estuvo durante todo el proceso de crianza».
Preguntamos a Villaespesa si en la muerte de Homer pudo influir su parto tardío: «A lo mejor no tenía tantas fuerzas. Quizá sea un factor a tener en cuenta, pero no es el principal», sino al estrés sufrido durante la captura y el transporte.
De los 27 animales, Homer es el único lince ibérico que no ha podido sobrevivir. Porque los 13 que faltaban fueron capturados ayer. «Unos estaban dentro del centro, otros entre los alrededores y el perímetro de seguridad y uno fuera del perímetro».
En cuanto a los últimos dos ejemplares que faltaban por localizar, fueron encontrados horas después. «Hemos visto rastros frescos de los dos, huellas en la arena. Por lo que cuando oscurezca pondremos jaulas trampa. Esperamos que vengan al centro, su casa», explicaba Villaespesa horas antes de ser localizados. Y es que el lince ibérico es la joya de Doñana. En la actualidad, según el último censo de linces, hay 483 ejemplares a nivel ibérico, en España y en Portugal. Este año han nacido 45 cachorros, de los que han sobrevivido 38. En el caso de El Acebuche, cuatro crías de lince y los cuatro ejemplares siguen vivos. Todo un récord, que se ha visto golpeado por la muerte de «Homer», una hembra de campo a la que años atrás capturaron y se la llevaron al centro al constatar que «no veía de un ojo». Desde entonces tuvo a «Marisma, que sigue viva y que fue reintroducida en la naturaleza en Guadalmellato (Córdoba), Nervio, que se soltó en Montes de Toledo», y a sus dos últimas crías a las que más pronto que tarde se les pondrá nombre.