En algún lugar bajo la lluvia siempre habrá un perro abandonado que me impedirá ser feliz. Jean Anouilh
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martes, 5 de julio de 2016

¿Quiénes son los verdaderos animales?

Cada vez son más habituales las imágenes en facebook de animales de compañía abandonados.

Artículo de Manuel Tirado, tomado de Nueva Tribuna




Cada vez son más habituales las imágenes en facebook de animales de compañía abandonados por sus dueños. Estamos sin duda en fechas muy propensas a encontrarnos con imágenes también fuera de las redes sociales de perros famélicos deambulando por la carretera y que cuyo destino más probable es ser atropellados por algún vehículo.

Cada vez nos estamos acostumbrando más, desgraciadamente, a ver en las ciudades vacías y desiertas a causa de las vacaciones de verano a multitud de animales abandonados, de figura esquelética, husmeando en los cubos de la basura cercanos a nuestra casa en busca de comida. Estos animales en su mayoría han sido abandonados por sus respectivos dueños, que los consideran como un estorbo que les impide pasar unas vacaciones veraniegas agradables y placenteras.

España muestra cifras muy preocupantes de abandono de mascotas. Según datos de la Fundación Affinity, el año pasado un total de 104.501 perros y 33.330 gatos fueron recogidos por las sociedades protectoras en nuestro país. Este número, tal y como se deduce, solo refleja el número de animales recogidos, pero no aquellos que son abandonados y mueren o, en el caso de los gatos, viven salvajes en colonias.

Ante estos datos surge una pregunta inquietante: ¿Quiénes son los verdaderos animales? ¿Ellos o nosotros?... Cuando decidimos adquirir un animal de compañía tenemos también que adquirir una responsabilidad y compromiso para con ellos. Porque un animal no es un juguete. Un animal es un  ser vivo que requiere una serie de atenciones y cuidados. Un animal no es un objeto decorativo más de nuestra casa ni un artículo inanimado que podamos arrojar a la basura cuando se nos antoje o que podamos abandonar en medio de la carretera cuando nos estorbe o haya perdido su atractivo.

Desgraciadamente el mismo estudio arroja otros datos también inquietantes. Parece ser que por primera vez en años (y esto ya me parece de una desfachatez enorme) el factor económico no es la primera razón de abandono de animales (12%). Según el informe, los principales motivos son, con un 15% cada uno, el comportamiento del animal y las camadas indeseadas. Es decir, prima la comodidad frente a la responsabilidad. Si no puedes tener una mascota o bien eres muy cómodo para cuidar de ella, simplemente no la tengas. Es sencillo.

Como muchos lectores supondrán, la mayor parte de los abandonos se produce en época estival. Es verdad que, aunque la tasa de abandono de perros se mantiene estable durante todo el año, cuando más se producen es en el segundo cuatrimestre del año (35% de los abandonos totales).

Parece que las campañas de concienciación a través de medios de comunicación, como aquella famosa que llevaba como eslogan “Él nunca lo haría”, en la que aparecía un perro abandonado en una carretera, han servido, en cierta medida, para “maquillar” los números con respecto al abandono animal ya que en 2008, más de 156.000 perros y gatos fueron recogidos por las protectoras, frente a los 137.000 de 2015. Desde entonces, y a pesar de que lo peor de la crisis económica estaba por llegar, el dato se ha ido reduciendo paulatinamente.

Estos datos, a pesar de parecer una buena noticia, siguen siendo muy preocupantes y reflejan "un problema estructural del país", según Isabel Buil, directora de la fundación. Para hacerse una idea, en un país vecino como Francia, que tiene 20 millones de habitantes más que España (66 millones), el número de abandonos apenas supera los 100.000 animales anuales.

Aunque las estadísticas siguen siendo algo frío, calculador y carecen de sentimientos, ahí están y deben hacernos reflexionar de que algo estamos haciendo mal.

Entre toda esta vorágine de datos un tanto catastróficos resurge una luz de esperanza: la labor de cientos de protectoras de toda España y la de miles de voluntarios y voluntarias, que la mayoría de las veces se dejan dinero de su propio bolsillo para tratar de paliar esta situación. Y aunque el problema de fondo es económico, es decir, harían falta más ayudas a estas organizaciones (y que nadie me venga utilizando el argumento demagógico de que primero hay que rescatar a las personas, cuando no paramos de ver en los telediarios cómo los impresentables despilfarran el dinero público y se lo “llevan calentito” a paraísos fiscales), queda un gran trabajo pedagógico por hacer.

A veces, en mis clases, hago la siguiente reflexión cuando sale este tema a debate con el alumnado. Les digo a los alumnos que un animal de compañía es un amigo y los buenos amigos no te dejan tirado en mitad de la carretera para que un coche te lleve por delante y te quite la vida. Concienciar desde la escuela y las familias de que un animal no es un lujo ni una diversión sino una responsabilidad.

Sería necesario que la tan cacareada frase que define a los animales de compañía como “los mejores amigos del hombre” dejara de ser un mero eslogan publicitario y pasase a convertirse en una premisa con sentido y acorde con la realidad.

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