Artículo de Ainhoa Muñóz, tomado de Diario Vasco
Joxean y Mercedes dan de comer cada día a cerca de 400 animales. En la imagen, un loro gris de cola roja, también conocido como un yaco. |
Suena el timbre. Se abre el portón. Empieza el alboroto. Una finca donostiarra en medio del monte Igeldo custodia un sinfín de animales. Los maullidos, los ladridos y los silbidos de loros y periquitos taladran los tímpanos de quienes pisan el terreno de Joxean Albisu y Mercedes García por primera vez. Ellos, en cambio, están más que acostumbrados. Conviven cada día con entre 300 y 400 animales -un centenar de diferencia «imposible de contabilizar»- desde hace treinta años. Han sido, y son, la salvación de miles de especies que hubiesen muerto en nuestro territorio si no hubiera sido por su ayuda. «Vivimos por y para ellos», reconocen.
Este matrimonio guipuzcoano es el responsable del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Gipuzkoa Arrano Etxea, perteneciente al Departamento de Desarrollo del Medio Rural de la Diputación Foral de Gipúzkoa desde que firmaron un convenio en 1986, aunque por muchos años -«casi quince»- corrieron todos los gastos por su cuenta, ya que la finca es de titularidad privada. Su labor, simplemente, es voluntaria.
Hoy, es el lugar perfecto para ofrecer «la mejor atención» posible a la fauna salvaje que atraviesa dificultades. Porque no, esos perros, gatos, loros y periquitos no forman parte del grueso de animales que ellos cuidan en cautividad. Aquellos son solo los que tienen en propiedad. Unos treinta. El resto son ejemplares que han necesitado de los cuidados de Joxean y Mercedes. Animales salvajes lesionados, impedidos o enfermos que son rehabilitados cada año para su posterior devolución al medio natural. «Los animales que ingresan en nuestro centro se reincorporan a la naturaleza en las mejores condiciones posibles, con las máximas garantías de supervivencia», aseguran ambos. Solo hay que echar un vistazo a los registros del centro para darse cuenta de su labor.
El éxito de la recuperación
Durante el ejercicio pasado, se contabilizaron 424 ingresos de diferentes especies de fauna silvestre que acabaron en Arrano Etxea con algún tipo de dolencia. De ellos, 329 (cerca del 80%) fueron recuperados y posteriormente liberados en la naturaleza. «Intentamos no cogerles cariño, porque da mucha pena cuando los soltamos, aunque siempre prefiero concederles la libertad», se justifica Mercedes mientras amamanta con un 'mini' biberón a una cría de ardilla. Según cuentan, el «milagro» para que estas cifras de recuperación sean tan altas se debe a que «trabajamos 24 horas al día los 365 días del año. Si me traen una lechuza a las tres de la mañana, a las tres de la mañana se le atiende», dice contundente Joxean.
Precisamente, fue el conjunto de las aves el que aportó el 90% del contingente de ejemplares acogidos durante el año pasado, entre los que se encuentran distintos grupos: las aves acuáticas (32), las marinas (85), las rapaces nocturnas (45) y las diurnas (48), además de un grupo de 'otras aves' (172) que engloba especies bastante dispares. Los mamíferos son el siguiente grupo faunístico que más necesidades precisaron, con 34 ingresos. Le siguieron los reptiles (7) y los anfibios, con una sola entrada.
El que entró de pronto en la sala de estar de la vivienda es 'Beltza', un perro con un cruce de razas desconocido que hace años alguien se atrevió a tirar por encima de la verja del 'casoplón' que cuenta con un terreno de 5.000 m². «Nosotros no somos una protectora, no recogemos perros ni gatos, ni tenemos una tarea de adopción. Pero, ¿qué iba a hacer?», se pregunta Mercedes.
Este año, Arrano Etxea cumple su treinta aniversario, tres décadas donde su labor está ya ampliamente consolidada. Desde su apertura oficial, Joxean y Mercedes han acogido y atendido 9.721 animales pertenecientes a unos 200 taxones (categorías) diferentes, de los cuales 6.597 volvieron a su hábitat. El resto, desgraciadamente, mueren. «Por aquí hemos visto pasar de todo: leones, orangutanes, ¡hasta una trucha con un anzuelo clavado!», dice sorprendido Joxean, un amante de la entomología que cuenta con una colección de 20.000 escarabajos que ha llamado incluso la atención del mismísimo banquero estadounidense David Rockefeller.
Y es que los motivos de ingreso en el centro guipuzcoano son tan dispares como habituales. Cerca del 60% de las aves marinas que llegaron hasta Arrano Etxea durante 2015 tenían síntomas de agotamiento y debilidad. Según explica el matrimonio, este grupo de animales se ve «frecuentemente» afectado por episodios de meteorología adversa. «Cuando sufren un temporal, las marinas se acercan a la costa y muchos ejemplares aparecen con mal estado físico y desorientados», dice Joxean.
Sin embargo, la desnutrición no es el motivo más habitual para que los guardas forestales, la Ertzain-tza, la Policía Municipal y los propios particulares lleven hasta Igeldo los animales que se encuentran desatendidos y en peligro. De los 424 animales recogidos, 128 fueron atendidos por impactar contra edificios acristalados, pantallas acústicas, coches o cables de alta tensión. «Ahora es más peligrosa la ciudad que el monte», advierte Mercedes, ya que «hemos notado en los últimos años un incremento de los accidentes por colisión».
Las aves nidífugas (76) recogidas del suelo que carecen de habilidad o fuerza suficiente para volar también es otra de las causas por lo que se requieren los servicios de Arrano Etxea. Un destino inevitable que, sin embargo, se enfrenta a las causas eludibles provocadas por el ser humano. Fueron 42 los animales que el año pasado acabaron siendo víctimas de un disparo, otros 12 cayeron en cepos y trampas, y 7 fueron envenenados. «Es triste que aún sucedan este tipo de cosas», se lamenta Mercedes.
A pesar de que todos los animales pasan por las instalaciones del Arrano Etxea, los casos más graves que requieren un tratamiento más especializado como traumatismos por disparos o fracturas abiertas son derivados a un centro veterinario perteneciente a la Diputación. Eso sí, la experiencia de Joxean y Mercedes ya les hace comprobar «con solo mirarles» si van a sobrevivir o no.
Además de la fauna autóctona de Gipuzkoa que es recogida, Arrano Etxea también es un espacio que acoge especies exóticas que han sido decomisadas o entregadas al matrimonio por contravenir la reglamentación de comercio internacional (CITES). La explicación que dan es que cada vez hay una mayor tendencia a tener una mascota exótica en países europeos. El 87% del grueso de este tipo de especímenes son reptiles, predominando la iguana común, las tortugas y algunas serpientes.
A pesar de la «satisfacción» que sienten después de tres décadas dedicadas a la recuperación de la fauna, Joxean -que ya cuenta con 80 primaveras- y Mercedes tienen ganas de «ceder los bártulos». «Nos vamos haciendo mayores y, aunque contamos con tres empleados que nos ayudan, creemos que es hora de ceder el testigo». Eso sí, piden garantías. «La Diputación, o quien sea, nos tiene que prometer que los animales van a tener la misma experiencia que estos últimos 30 años». Lo que sea para que estos seres vivos tengan la posibilidad de reinsertarse en su hábitat natural.
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