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viernes, 10 de junio de 2016

9.000 animales mueren cada año en España por cebos envenenados

Solo 60 casos han acabado con condenas por la vía penal en el periodo 1992-2013. Los principales responsables son cotos de caza y ganaderos que quieren eliminar 'competidores'.

Artículo de Antonio Madridejos, tomado de El Periódico


Levantamiento del cadáver de un buitre negro presuntamente muerto por
envenenamiento. Foto: Seo / Birdlife

Unos 185.000 animales vertebrados, muchos de ellos catalogados en peligro de extinción, fallecieron en el conjunto de España en el periodo 1992-2013 por culpa de cebos envenenados, una práctica prohibida pero que sigue empleándose profusamente, según muestra un prolijo estudio elaborado por las asociaciones SEO/BirdLife y WWF. Aunque los cadáveres localizados en el mismo periodo fueron exactamente 18.503, el análisis concluye que la cifra debería multiplicarse por 10 porque la mayoría de los animales muertos nunca son encontrados. Sale a unos 9.000 casos por año. "A partir de las especies cuyas poblaciones se conocen con bastante precisión, muy a menudo con ejemplares radiomarcados, se puede estimar con bastante precisión el porcentaje real de mortalidad por veneno en las otras especies menos controladas", resume Luis Suárez, especialista de WWF.

Del campo al laboratorio

El informe se ha elaborado con los datos aportados por excursionistas, agricultores, simples paseantes, agentes medioambientales y miembros de asociaciones naturalistas dedicados al seguimiento de animales, explica Luis Suáres, responsable del programa de Especies de WWF: "Si alguien observa un animal muerto en extrañas circunstancias, debe ponerse en contacto con las autoridades para que se abra un expediente y se determine la causa de muerte mediante un análisis en laboratorio". Los venenos se suelen colocar en cebos hechos de despojos cárnicos.

Según el informe, el uso de cebos envenenados está asociado principalmente a las actividades cinegéticas. Sería el caso, por ejemplo, del propietario de un coto de caza menor que coloca venenos para acabar con las rapaces o zorros que se alimentan de conejos o perdices, prosigue Suárez. En segunda situación se sitúa el sector ganadero, como cuando se ponen venenos para eliminar lobos, perros asilvestrados y otros carnívoros que puedan causar pérdidas en las explotaciones. El problema en ambos casos es que muy a menudo el animal acaba muriendo en una propiedad privada y la única manera de localizar el cadáver es si el ejemplar iba radiomarcado.

Finalmente, otra situación difícil de controlar es la del agricultor que coloca cebos con venenos permitidos para acabar con plagas, como topillos y otros roedores, pero luego los principales damnificados son los depredadores que se alimentan de ellos.

RAPACES, PERROS...

El mayor número de animales envenenados corresponde al grupo de las rapaces (34%), seguido de los mamíferos domésticos (22%), principalmente perros y gatos. En el informe, las oenegés denuncian el efecto demoledor de los venenos en algunas especies, como el águila imperial, el milano real, el quebrantahuesos y, en general, todas aquellas que tienen hábitos total o parcialmente carroñeros. El 63% de todos los animales envenenados se han encontrado en tres comunidades autónomas: Castilla y León, Castilla-La Mancha y Andalucía. Catalunya se sitúa en el centro de la tabla con 1.338 animales envenenados, sobre un total de 18.503.

Los 8.324 casos certificados han concluido con solo 60 condenas firmes por vía penal y un centenar de expedientes administrativos, lamenta Suárez. "Conocemos las causas y el origen de esas muertes y sabemos cómo ponerles solución, pero falta una mayor implicación política y una apuesta más decidida y a mayor escala", asegura. En la misma línea, Juan Carlos Atienza, director de Conservación de SEO/BirdLife, reclama a las administraciones que sean "inflexibles" y utilicen todas las posibilidades que ofrece la legislación.

Estricnina y otros productos retirados del mercado

El informe explica que las sustancias más utilizadas para envenenar fauna siguen siendo el aldicarb, el carbofurano y la estricnina, todas ellas de gran toxicidad, prohibidas desde hace años y retiradas del mercado de la UE. "El uso frecuente de estos productos prueba la existencia de un 'stock' no eliminado y, en alguna medida, un tráfico ilegal destinado a la elaboración de cebos", denuncia. WWF y SEO/BirdLife piden a las administraciones que redoblen sus esfuerzos para acabar con esta lacra -concluye el informe- "aprobando las correspondientes estrategias regionales y dotándolas de los oportunos medios (laboratorios, técnicos y patrullas especializadas con apoyo de perros, principalmente)".

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