Artículo de Luis Jijón León, tomado de Bajo Palabra.com.mx
Ángel terrenal. |
Chilpancingo, Guerrero.- Dice la realidad, y lo certifica la estadística, que Chilpancingo, la capital de Guerrero, es la peor ciudad de México.
Este lugar, otrora beneficiado con un clima fresco y tranquilidad en sus calles, al grado del aburrimiento, ahora es presa de violencia criminal incesante, incontenible; poco empleo y mal pagado, servicios públicos especialmente deficientes, escasez de agua y autoridades incompetentes.
En una de las colonias que forman el desastre humano y urbano que presenta la capital más deslucida del país, en medio de pelos, baba y ladridos, brilla un corazón.
En la casa de doña Teresita de Jesús han vivido 5 mil perros en los últimos 16 años. Los tres primeros años que invirtió en protegerlos la salvaron del cáncer, pero después, cuidar de ellos se convirtió en una forma de vida.
Su filosofía es dar una segunda oportunidad a los perros maltratados y abandonados, como ella la tuvo, y hasta en tanto no les encuentra un hogar, su casa es su guarida.
En 2001 le diagnosticaron cáncer de colon. Los excesivos costos del tratamiento la obligaron a malbaratar su casa, para sobrevivir al mal.
Usó el dinero para costear la cirugía y los medicamentos. A pesar de la atención que recibió, los doctores no eran optimistas.
Desahuciada por los especialistas, su desesperación la invitó al suicidio, como remedio a su dramática situación.
No se dejó derrotar. Cambió la sentencia y los pensamientos de muerte por una esperanza de vida.
Hora de comer. |
Convaleciente, se reintegró a su trabajo como empleada de confianza en el ayuntamiento, y solicitó su cambio al Centro de Control Canino y Felino.
Su primera actividad fue ir a las colonias, a promover la esterilización de mascotas.
No tuvo la aceptación que deseaba, pues en algunos casos, ni siquiera sabían que existía la esterilización de animales, y otros pensaban que someter a sus mascotas a dicho procedimiento las mataría.
Nuevas inquilinas. |
En la Dirección le pedían una cuota de 10 animales para acudir a las colonias a esterilizarlos, pero apenas conseguía la mitad.
“A través de la Secretaría de Salud conseguí material para hacer las esterilizaciones en las colonias, a través del Centro Canino, y ahí fue cuando comenzó mi carrera con los animales.
“La verdad, agradezco mucho a ellos, han pasado muchos años y todavía sigo trabajando con ellos. Hoy soy una protectora activa”.
Con el paso de los meses, y conforme se involucraba en la protección de los animales -que la llevó a crear un refugio en su domicilio-, su salud y estado de ánimo mejoraron, y no fueron necesarias las quimioterapias.
“Llevo 16 años trabajando con ellos y siempre he tenido perros; no me gusta sacrificarlos, todos tiene una oportunidad de vida, porque yo le dije a Dios ‘ayúdame’, y la misma oportunidad que Él me dio, la quiero para ellos”, comentó sobre la misión que cobijó.
Amor. |
Durante sus recorridos por varios municipios de la zona Centro y la sierra, por las campañas de esterilización y cuidado de los animales, la tacharon de “loca”.
La mayoría de los perros que ha protegido y entregado en adopción sufrieron tratos crueles.
Por ejemplo, “Lea” y “Teyi”, dos perritas que recogió, fueron abandonadas en una caja de cartón en la puerta de su casa, ambas con mutilaciones recientes. En ese entonces tenían dos meses; para estas fechas, ya cumplieron tres años.
“Lea” y “Teyi” comparten con doña Teresita la capacidad para sobrevivir. Su lugar en la casa es un cajón de madera y lámina en el que viven unos 30 perros más, de diferentes edades y razas.
Sobrevivientes. |
Algunos perdieron un ojo, resultado de la crueldad humana; otros fueron amputados a propósito, unos más tienen problemas físicos derivados de que fueron atropellados; también están los que simplemente fueron abandonados a su suerte.
“Paulina” es otra pequeña perra que la ha acompañado durante los últimos ocho años, luego de que fuera abandonada por sus amos en una veterinaria donde la atendían; “Paulina” es su compañera de la buena suerte. “Juntas pudimos salir adelante y dijimos que le íbamos a echar ganas”.
Con 68 años de edad, doña Teresita aceptó que no es fácil proteger a los perros, sobre todo porque no cuenta con recursos. Sobrevive de las donaciones de alimentos y de las ventas de bazar que organiza. Gasta casi todo en la manutención de sus protegidos.
Los perros que entrega en adopción son esterilizados, y a quienes asumen la responsabilidad de cuidarlos, los hace firmar una carta responsiva. Luego constata personalmente si las mascotas son tratadas con dignidad. Si no es así, las recoge y van de vuelta a la guarida.
En 16 años de trabajo, ha logrado que las autoridades atiendan, al menos un poco, el problema de los animales abandonados.
Gracias a su labor, ahora, en esas colonias en las que no sabían ni de la esterilización, se hacen campañas constantes.
Lo complementa con caminatas caninas, para concientizar sobre el cuidado de los animales.
Pero todavía no es suficiente, y sabe que su labor en pro del bienestar de los animales debe continuar.
Una luz de amor y compasión brilla en la oscura y violenta noche de Chilpancingo.
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