Artículo de Marta Goikoetxea, tomado de El Correo.com
Imagen ilustrativa ajena a la noticia. |
Los hechos se remontan a marzo de 2014, cuando varios vecinos dieron la voz de alarma a la Policía Municipal. Los lugareños llevaban "dos años" sufriendo los "insoportables ladridos" y un "terrible hedor" procedente de la vivienda. A pesar de que en repetidas ocasiones habían puesto estos hechos en conocimiento de los agentes locales, la falta de respuesta les llevó después a instar a sus propietarios, una pareja de mediana edad, a que tomaran medidas para atajar el problema.
Poco podían imaginarse el horror que contemplarían poco después desde sus propias casas. Sabían que los animales presentaban "evidentes signos de desnutrición y estaban totalmente desatendidos". Asilvestrados, vivían entre "basura y sus propias heces". Sin embargo, lo que pudieron ver aquel día fue más allá de lo que hasta el momento habían soportado y decidieron dar el aviso a las autoridades pertinentes.
Indignación entre los vecinos
Los agentes de la Policía Municipal tuvieron que solicitar una orden judicial para acceder a la propiedad, ante el caso omiso de los dueños, para auxiliar a los animales encerrados. Retiraron también los restos de dos cachorros que les habían servido de alimento. Dos días más tarde, los agentes tuvieron que personarse de nuevo en la vivienda para retirar otro can que convivía con la pareja. El Departamento de Salud Pública de Gobierno vasco y los servicios veterinarios anunciaron que los perros estaban infectados por leptospirosis, una enfermedad que puede ser contraída por las personas y por un amplio rango de animales y que se transmite "por contacto directo con orina de ratas infectadas o bien de forma indirecta a través del agua o tierra contaminada". Los animales tuvieron que ser sacrificados y fue necesaria la intervención del área de Salud y la puesta en marcha de una operación de "limpieza, desinfección y desratización" del jardín por el "riesgo para la salud pública".
Ahora, la comunidad de Sabino Arana vuelve a estar "indignada". Han expresado su malestar por no tener "conocimiento de la sentencia". Consideran que se trata de "una pena ridícula para unas personas que han maltratado a unos animales y generado un foco de infección, poniendo en peligro la salud de los vecinos". Además, aseguran que la pareja "vuelve a tener el jardín como si fuera una pocilga".
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