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sábado, 16 de abril de 2016

Madrid busca cazadores para empezar a sacrificar en mayo 2.500 cabras montesas

La Comunidad de Madrid quiere reducir en los próximos cinco años la superpoblación que hay en la sierra de la región. Los tiradores no cobrarán por ello ni podrán llevarse el animal.

Artículo de David Fernández, tomado de El Confidencial


Cabra montesa en la sierra de Madrid. / Álvaro Oporto (Flickr)

La Comunidad de Madrid busca cazadores para empezar a reducir este próximo mes de mayo la superpoblación de cabras montesas que hay en la sierra de la región. La Consejería de Medio Ambiente quiere sacrificar en los próximos cinco años unos 2.500 ejemplares, y para ello está buscando voluntarios entre las asociaciones de cazadores locales. El Gobierno regional no pagará por ello, ni tampoco permitirá que los cuerpos y las cabezas se utilicen como trofeos, "ya que no se trata de una práctica deportiva, sino de regular una población que ha crecido sin control en los últimos años, y que ya tiene unos 4.500 bóvidos", señalan fuentes de la consejería.

Medio Ambiente ya presentó el plan de gestión de la cabra a todos los colectivos e instituciones del Patronato del Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama. Ya es seguro que los animales serán abatidos con armas de fuego, siempre en días entre semana (cuando menos gente hay en la sierra), y que los tiradores estarán supervisados por técnicos y agentes forestales. Se está ultimando un protocolo de actuación para los cazadores. El objetivo es empezar en mayo "o antes del verano". Se ha descartado el uso del arco, ya que los animales sufren más.

Las cabras montesas llegaron a Madrid hace 27 años. Entre 1989 y 1992, 67 ejemplares hacían de la Sierra de Guadarrama su nuevo hogar. Capturadas en Gredos y Las Batuecas, los 26 machos y las 41 hembras pioneras suponían un esfuerzo por reintroducir el animal en un hábitat del que desapareció a finales del siglo XIX. Ahora, en 2016, el éxito roza el caos: la reintroducción ha funcionado tan bien que la Sierra de Guadarrama tiene una sobrepoblación con difícil parangón en Europa.

Las cabras llegaron a Madrid hace 27 años: se trajeron 67 ejemplares que con el paso de los años se han desarrollado hasta una población de 4.500 ejemplares.

Sin depredadores naturales ni ninguna otra amenaza, el número de animales se ha disparado: según los censos realizados por investigadores de la Universidad Complutense, en el año 2000 había unos 356 ejemplares, en 2007 unos 1.520 y en 2014 superaban los 3.300. La consejería eleva el número a los 4.500 ahora en abril de 2016. Como ya publicó El Confidencial, a Madrid le sobran cabras. En algunos lugares, la densidad alcanza los 47 individuos por kilómetro cuadrado (se recomiendan 10), la tasa más alta registrada nunca para estos animales.

También habrá traslados

La Comunidad espera que haya suficientes voluntarios, aunque no paguen por ello ni permitan llevarse el animal. "El cuerpo ya abatido se utilizará como carroña o para fines medioambientales", señalan desde la consejería, que también ha renunciado a tener ingresos aprovechando la superpoblación. "Por cada ejemplar se pagaría entre 3.000 y 5.000 euros". También se está estudiando reducir la población trasladando ejemplares a otras zonas, "pero las peticiones no llegarán al centenar de ejemplares". De hecho, este fin de semana el consejero de Medio Ambiente, Jaime González Taboada, ha viajado al Pirineo francés para ceder seis cabras al país vecino. En el Parque Nacional de Pirineos las cabras no pueden ser cazadas (ya que en Francia este animal no es una especie cinegética) y dispondrán de un collar radiolocalizador para su identificación en el monte.


Cabras del Guadarrama cedidas al Pirineo francés.

El control de las cabras es necesario. Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Universidad de Stanford publicaron una investigación en 2014, liderada por el ingeniero de Montes Ramón Perea, sobre cómo la reintroducción de la cabra montés estaba afectando a la vegetación de la zona. Su conclusión era que la presión generada por la alta densidad de animales en la zona era tan alta que algunas especies vegetales estaban viendo gravemente amenazada su sostenibilidad. De 32 especies analizadas, cinco corrían riesgo de desaparición en la zona de La Pedriza.

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