Tomado de Cuatro
En la pequeña isla de Kokoya, en Indonesia, una familia de pescadores se ganaba la vida explotando dos ejemplares de dugongos. Encadenados y encerrados en jaulas acuáticas cobraban 12 dólares por hacerse fotos con los animales. Unos turistas aficionados al submarinismo al ver su lamentable estado deciden denunciar su situación en las redes sociales, llegando a contactar con la ministra indonesia de Pesca y Mar. Al cabo de pocas horas los mamíferos eran liberados.
Desgraciadamente es habitual que cada cierto tiempo salgan noticias de animales hacinados y maltratados. Más raro es que los especímenes encerrados sean marinos y su prisión se encuentre directamente en el mar. Esto es lo que se encontraron un grupo de amantes del submarinismo cuando buceando en las paradisíacas Islas Molucas de Indonesia descubrieron dos ejemplares de dugongos, mamífero pariente del manatí, encadenados dentro de unas jaulas submarinas.
El descubrimiento se dio en uno de los descansos entre una inmersión y otra. Durante esos minutos es habitual llevar a los turistas a la isla cercana de Kokoya. Habitada por dos familias de pescadores, esta isla remota contaba con una "atracción" deplorable. Según cuenta a la CNN, Guluh Riyadi, una de los buzos presentes en el grupo, un hombre les invitó a entrar en el agua con el objetivo de mostrarle algo. Mientras se acercaban a la zona observaron como del océano sobresalían numerosos palos, que una vez próximos a ellos pudieron identificar como barrotes de dos cárceles.
Horrorizados el grupo de turistas descubrió a dos ejemplares de dudongos, madre e hijo, amarrados por su cola a una auténtica mazmorra acuática. "La más grande sangraba por la nariz y tenía varias cicatrices en el cuerpo. Por sus heridas se notaba que llevaban en esa situación semanas" recuerda Riyadi cuando se la pregunta por el estado de los dos animales.
La desgarradora imagen provocó que le pidieran explicaciones al pescador. Éste les comentó que los tenía amarrados porque "les molestaban", ya que "rompían sus redes y se comían la pesca". Sus argumentos no convencieron en absoluto al grupo: "nos pareció raro porque los dudongos son vegetarianos. Luego nos enteramos de la verdadera razón por la que los tenía encerrados: les cobraba dinero a los turistas para verlos y tomarse fotos con ellos".
80 centavos de dólar por observarles y 12 dólares por hacerse fotos con ellos era la tarifa que el pescador cobraba a los visitantes. Indignados, el grupo de aficionados al submarinismo exigió al hombre que liberara a los animales, éste les dijo que lo haría por la tarde cuando llegase un amigo suyo para ayudarle. Seguros de que no cumpliría su palabra, decidieron compartir y difundir el estado de los mamíferos en las redes sociales, de esta forma llegaron a contactar con la ministra de Pesca y Mar de Indonesia.
Finalmente la historia ha tenido un final feliz como relata a la CNN la propia Riyadi: "En una hora me respondió preguntándome por más información. La ministra dio órdenes para que las autoridades ambientales en el lugar actuaran. Liberaron primero al más pequeño, pero la grande tuvo que esperar por la gravedad de sus heridas. Según nos dijeron la liberaron este lunes".
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