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lunes, 7 de septiembre de 2015

Kinessa, la defensora de los animales

Se crió entre animales y ametralladoras. Kinessa Johnson, una veterana del ejército estadounidense, se ha puesto un nuevo objetivo: frenar a los cazadores furtivos que exterminan especies en África. También pelea contra los prejuicios sobre su pasado.

Artículo de Renzo Gómez, tomado de La República.pe

En pleno entrenamiento junto a un guardabosques.

Los mismos ojos verdes. Los flequillos rubios cubriendo su frente. Puntitos dorados en las orejas. Su cuello intacto, aún. Sin calaveras ni serpientes grabadas. Un lienzo virgen. Una niña. A su lado, rozando su mejilla, un pura sangre beige, con el ojo extraviado.

Años después, Tony, como se llamaba ese caballo, sería sacrificado por una pata torcida. El primer amigo que se le iba pronto. Hace un mes la pequeña de los ojos verdes, ahora dueña de un cuerpo musculoso, perforado, y tatuado, que entonces conoció el dolor, colgó la foto en su Facebook, en un arranque de nostalgia. “Nuestros corazones no son tan puros como los de ellos. Si algo he aprendido es que crecer con animales te hace desarrollar un amor incondicional. Todavía pienso en Tony”. 

Kinessa Johnson es una exsoldado del ejército de los Estados Unidos, cuya imagen es admirada y cuestionada con la misma intensidad. Después de concluir su servicio militar en Afganistán, como instructora de armas y mecánica, Kinessa se enroló en noviembre del año pasado en VETPAW, una organización que, a través de los veteranos de las fuerzas armadas 'gringas', capacita a guardabosques de África del Este para que puedan hacerle frente a los cazadores ilegales que depredan el lugar. Kinessa se ha instalado en la base de Arusha, una ciudad al norte de Tanzania, cercana a parques nacionales y zonas de conservación.

Muchos celebran su labor y la catalogan como una heroína de los animales en peligro; otros, en cambio, la llaman 'cazadora de cazadores'. Inclusive hay exmilitares, como Craig Swayer, que la subestiman. “Para defender a las especies en extinción no necesitamos actores de Hollywood sino gente comprometida”. En las redes sociales, los comentarios sobre su físico son abundantes. Poco se dice, en comparación, sobre su lucha.

Una de las tantas sesiones de fotos por las que ha ganado tantos seguidores
como detractores.

Con todo en contra

Así como descubrió su sensibilidad hacia los animales, se familiarizó con el sonido de las balas desde muy chica. Nació y creció en Louisiana, junto a Fort Polk, una base militar en Vernon Parish. Los proyectiles impactando blancos y humanos de madera formaron parte de su infancia. “Era un hombrecito. Jugaba baloncesto, corría más que mis compañeros y me quedaba escuchando las pruebas de tiro”.

En el 2007 se unió al ejército. La madera se volvió carne. Y muerte. Kinessa evita hablar de los pasajes sangrientos y del remordimiento que, con seguridad, la persigue. Prefiere referirse a su presente donde instruye en estrategias de inteligencia y patrullaje a los guardabosques, un gremio desvalido por decir lo menos. En el 2014, 187 miembros cayeron en combate.

De niña, con Tony, su caballo desaparecido.

El dominio de los cazadores furtivos es aplastante. De acuerdo con la African Wildlife Foundation, el rinoceronte negro ha disminuido en un 97.6% desde 1960; los elefantes se redujeron de 1, 2 millones a 400 mil; quedan dos mil cebras de Grévy; menos de 900 gorilas de montaña; y los leones han desaparecido en siete países africanos. La selva es un área vulnerable que Kinessa se ha propuesto resguardar, pero sin derramamiento de sangre. “Cualquiera con un arma dentro de la reserva es una amenaza. Nuestra intención no es dañar a nadie, sino prevenir”.

Muchos no lo han entendido así. Y han intentado mancharla con todos los recursos posibles. Corrieron el rumor de que Kinessa había prometido volarle los sesos al dentista de Minnesota que mató al famoso león Cecil en Zimbabwe. Ella lo desmintió, pero el malentendido tuvo cierto efecto. Le hackearon el correo y el Facebook. Y la minimizaron por ser mujer. Hay quienes como Stephen Corry, el director de Survival, que la cuestionan por su pasado. “Las tribus cazan por subsistencia. Y ellos, al ser militares, no van a distinguir ni preguntar y dispararán de frente. Un militarismo verde está invadiendo las zonas de conservación”.

La veterana de guerra respondió, implacable, y de inmediato. “Si los animales conocen la diferencia entre un guardabosques y un cazador furtivo, ¿cómo no vamos a saberla nosotros? No minen nuestro trabajo”, señaló, con los mismos ojos verdes. Los que fijan un blanco con precisión, y se rinden ante un animal herido.

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