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viernes, 4 de septiembre de 2015

¿Contra qué lucha Frank de la Jungla? El tráfico de animales en Tailandia

Casi 450 días lleva en prisión la exmujer de Frank de la Jungla. Asegura que es una represalia por su lucha contra el tráfico de animales y contra las autoridades que permiten este negocio multimillonario.

Artículo de Laura Villadiego. Bangkok, tomado de El Confidencial.com

Fotografía facilitada por Discovery Max de Frank Cuesta, el aventurero
conocido como Frank de la Jungla. (EFE)

Casi 450 días lleva en prisión la exmodelo Yuyee Alissa Intusmith, más conocida en España por ser la exmujer de Frank de la Jungla, en Tailandia por tráfico de drogas. Yuyee fue sentenciada en junio de 2014 a 15 años de cárcel y a una multa de 1,5 millones de baths (45.000€) por llevar 0,005 gramos de cocaína cuando viajaba entre Vietnam y Tailandia. El presentador español ha asegurado desde entonces que la sentencia de su mujer es una represalia por su lucha contra el tráfico de animales y contra las autoridades que hacen la vista gorda ante este multimillonario negocio, que tiene en el país asiático una de sus principales rutas.

El Sudeste Asiático es una de las principales rutas mundiales del tráfico de animales. Su rica biodiversidad hace que esta región sea especialmente apetitosa para las redes ilegales, que pueden conseguir allí los preciados cuernos de elefante, los órganos de los tigres o los extraños pangolines que se sirven en las mesas más lujuriosas. "China cada vez demanda más este tipo de productos. Y cuando China se convierte en un mercado de algo, todo se revoluciona por el tamaño que tiene", dice Witoon Permpongsacharoen, de la ONG ecologista Terraper. Tailandia, en el centro de la región, es una pieza clave de este comercio ilegal. "Tailandia es especial porque es país de origen, tránsito y también un país consumidor del tráfico ilegal de flora y fauna", asegura Matt Pritchett, director adjunto de Comunicación de la ONG Freeland.

El mercado de Chatuchak, al norte de la capital tailandesa, Bangkok, es un buen ejemplo de que, a pesar de la prohibición oficial, el comercio de ciertas especies se realiza a ojos de todos. Entre sus apretados callejones, frecuentados por turistas de medio mundo y algunos locales, es fácil encontrar animales de todo tipo, vivos o disecados. Chatuchak ha sido durante años el símbolo de este comercio ilegal, pero las redes se han expandido y ahora muchos otros mercados del país o tiendas especializadas venden animales protegidos.

Muchas organizaciones, entre ellas la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES), han alertado a Tailandia para que tome medidas contra esta floreciente industria. Las cifras hablan por sí mismas. Tan sólo en 2013, se confiscaron en el país 10,700 animales vivos, 1,348 carcasas de tortugas y 3.293 kilogramos de partes de animales en peligro de extinción, según la Oficina de Conservación de la Flora y la Fauna del gobierno de Tailandia. El destino de los animales es diverso, desde los que son utilizados como animales domésticos, a los que alimentan la exótica medicina oriental o los que deleitan los paladares de los comensales más exquisitos.

Agentes de la policía sostienen colmillos de elefante aprehendidos en Bangkok.
(Reuters)

La posición geográfica de Tailandia es solo uno de los elementos que ha convertido al país asiático en uno de los paraísos del comercio ilegal de animales. "Los traficantes escogen Tailandia por sus buenas infraestructuras. Es fácil moverse dentro y fuera del país", explica Matt Pritchett de Freeland quien explica, además, que los patrones están cambiando y que las redes escogen cada vez más las rutas aéreas, mientras que antiguamente el transporte se hacía fundamentalmente por barco.

La corrupción también ha sido apuntada en numerosas ocasiones como una de las principales razones de que a las redes se les permita operar en el país. "En Tailandia son los chicos buenos de China. Hacen lo que ellos quieren", dice Witoon Permpongsacharoen. "Además es muy fácil traficar cualquier cosa hacia China a través del Triángulo Dorado [la zona norte del país donde confluyen Laos, Myanmar y Tailandia]. Es una zona montañosa y poco vigilada", continúa el activista.

Los casos, hasta el momento, de autoridades detenidas por colaborar con las redes ha sido escasos, pero el reciente desmantelamiento de las también prósperas redes de tráfico de personas, en el que más de 50 policías han sido suspendidos y muchas otras autoridades acusadas, ha puesto en evidencia la facilidad con la que los oficiales colaboran con los traficantes. "En realidad no es algo específico de Tailandia. En toda la región hay problemas con la corrupción y ésta afecta a la lucha contra el tráfico de animales", asegura Pritchett, quien es sin embargo optimista sobre el trabajo de las autoridades durante los últimos años. "Ahora hay mayor conciencia por parte del Gobierno. Se han dado cuenta de que no son simplemente unos tipos cazando animales , sino que son organizaciones criminales muy bien organizadas y muy poderosas", explica.

El paraíso del marfil

Los elefantes son uno de los principales símbolos de la cultura tailandesa y son asociados a la venerada monarquía del país. Paradójicamente, Tailandia es al mismo tiempo un importante centro mundial del tráfico de marfil, no sólo procedente de Asia, sino principalmente de África. "Tailandia tiene uno de los mercados no regulados de marfil más grandes del mundo y se le apunta de forma repetida como uno de los países más problemáticos en el mercado ilegal de marfil", aseguraba un informe de la ONG Traffic publicado en 2014. Según el citado informe, el ya nutrido sector creció rápidamente entre 2013 y 2014, periodo en el que el número de establecimientos que ofrecían estos productos se había doblado.

El comercio de marfil es el sector por el que Tailandia ha recibido mayores críticas internacionales. CITES dio al Gobierno hasta marzo de este año como plazo para tomar cartas en el asunto antes de imponer sanciones y el pasado mes de enero, Tailandia aprobó una nueva ley que solo permite la posesión y la venta de marfil procedente de elefantes asiáticos domesticados legalmente en Tailandia. Sin embargo, la nueva ley establece términos similares a la anterior, aunque impone nuevos controles para asegurarse de que el marfil no procede de África.

No obstante, uno de los animales más amenazados y que ha recibido menos atención mediática ha sido el pangolín, un pequeño mamífero acorazado que es considerado una delicatessen en Vietnam y China y que se cree que es el animal más traficado hoy en día. "La situación del pangolín es crítica", advierte Pritchett. "Y no será fácil revertirla. Cuando tienes un animal que es bonito, como el elefante, es muy fácil que la opinión pública se concience. Pero cuando no es el caso, como ocurre con el pangolín, la tarea es mucho más difícil".

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