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viernes, 7 de octubre de 2016

Cómo protegen a los animales del zoo durante un huracán

Lo primero que hacen después del paso del ciclón es verificar que las especies peligrosas estén en su sitio: "Dios no permita que venga una tormenta fuerte y luego tengamos leones caminando por las calles”.

Artículo de Mónica Isola Wiesner, tomado de Univisión.com


Flamencos en el baño del zoo de Miami el 14 de septiembre de 1999 durante
el huracán Floyd. / Getty Images

No existen arcas de Noe modernas para resguardar a los animales del zoológico durante una tormenta. Y aunque los animales tienen sus instintos naturales, ante el inminente impacto de Matthew en la costa este de Estados Unidos, los especialistas y encargados de estos centros deben tomar muchas previsiones para ponerlos tan a salvo como les sea posible sin causarles daños en el proceso.

Esta es una tarea muy difícil y retadora, pues se trata de animales muy disímiles y que necesitan de cierto espacio individual para no ponerse incómodos, estresados o violentos entre ellos y con los demás, reconoce Ron Magill, experto en vida salvaje y fotógrafo estadounidense.

Magill es el director de comunicaciones del Zoológico de Miami, institución que tiene un protocolo de emergencia perfeccionado por 35 años de experiencia frente a tormentas como Andrew, Katrina o Wilma. Según explica, este centro de animales fue diseñado pensando en retos como este: “los compartimentos de los animales están construidos con materiales resistentes a huracanes”.

Entonces, ¿cómo se procede? Este es el protocolo.

En principio y si las condiciones no son extremas, se trata de mover lo mínimo a los animales de sus sitios normales. “Es muy estresante para los animales el movilizarlos para resguardarlos ante una tormenta, puede resultarle más peligroso que la tormenta misma”, explica Magill.

Y agrega: “ Los animales tienen un instinto para sobrevivir este tipo de desastres naturales. Lo vimos incluso después del huracán Andrew, algunos recintos de animales fueron completamente destruidos, aplastados y los animales andaban caminando por el parque sin siquiera un rasguño”.

Y si es de noche, una vez que están en sus recintos nocturnos, no se les hace nada más porque esos recintos están diseñados para ofrecerles suficiente protección.

“Ellos mismos saben qué hacer para protegerse. Conocemos instituciones que intentan movilizar a sus animales y, al hacerlo, ellos se espantan tanto que se lastiman y algunos incluso mueren. Entonces realmente tratamos de hacerlo solo si se prevén vientos suficientemente fuertes para justificar el riesgo relacionado”, destacó el experto en vida silvestre.


Foto: Amaya Verde y Mariano Zafra

La única excepción a esta regla son las aves pequeñas y algunos mamíferos, pues son más fáciles de reubicar en pequeñas jaulas especiales en los edificios.

Todos los animales son iguales en estas situaciones. No hay tratamiento especial con las especies en peligro de extinción. “Podrá sonar a un cliché pero no valoramos una vida más que otra. A todos los animales se les da el mismo tratamiento preventivo para protegerlos”, detalla el director de comunicaciones del Zoo.

Ante huracanes fuertes, de categoría tres o más, entonces sí que se considera más seriamente la posibilidad de guardar a más animales dentro de las instalaciones cerradas, tal y como se hizo durante el huracán Andrew en 1992. Para casos de gran emergencia se tienen acondicionados recintos muy temporales. No, no se imaginen elefantes y jirafas metidos en un baño del zoo.

Parte de las previsiones es que se acumula y organiza comida de sobra para los días de tormenta y días posteriores, también agua y hielo suficiente. De hecho, se tiene listo un camión refrigerador para garantizar que se conserve la comida perecedera.

“Estas son cosas aprendidas de tantas experiencias previas, especialmente el huracán Andrew”, confiesa Ron Magill.

Antes de la tormenta, también se recogen todos los elementos sueltos, herramientas, letreros, etc, que pueden convertirse en proyectiles lanzados por el viento, también para que no obstruyan el flujo del agua en caso de inundación obstaculizando el drenaje desde donde beben los animales.

Durante la tormenta, los zoológicos están todos conectados y en comunicación a través su red de la Asociación Americana de Zoológicos y Acuarios (AAZA por sus siglas en inglés). Aunque cada parque es responsable de sus propios preparativos, sí se asisten luego de una tormenta por ejemplo recibiendo animales que se quedaron sin recinto hasta que se reconstruya y puedan regresar.

Tras el huracán, lo primero que hace el personal que quedó de guardia es salir a inspeccionar el parque. Se revisan en primer lugar a los animales considerados más peligrosos para los seres humanos a fin de que no estén sueltos. “La primera prioridad siempre es la seguridad del público. Dios no permita que venga una tormenta fuerte y luego tengamos leones caminando por las calles”.

Estas son imágenes en tiempo real desde el Zoo de Miami.

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