Tomado de Las Provincias.es
Anna, la trabajadora italiana, con su mascota. / r. c. |
Anna, que no ha querido hacer público su apellido, sólo se dio cuenta de la negativa de la universidad cuando 'Cucciola' volvió a enfermar en mayo. Esta vez era un problema en el tiroides, que amenazaba con asfixiarla, así que la mujer se tomó dos días para acompañarla en la operación a la que fue sometida. Luego justificó su ausencia con la documentación sanitaria, que volvió a ser rechazada. «Fue entonces cuando me di cuenta de que no me había sido concedido mi primer permiso. Me dijeron que no era posible obtenerlo para cuidar a un perro, que el perro no es lo mismo que la familia. Pero 'Cucciola' es mi familia. Yo estoy sola, no hay nadie que pudiera acompañarle», contó Anna en el 'Corriere della Sera'.
Para intentar que le concedieran el permiso, la bibliotecaria pidió consejo a la Liga Antivivisección (LAV, una asociación a favor de los derechos de los animales), cuyo presidente le dijo que echara mano de una sentencia del Tribunal Supremo según la cual no atender a un animal en peligro de muerte equivale al maltrato, que está tipificado como delito por la ley italiana. Tras tomarse un tiempo para estudiar las razones esgrimidas por Anna, La Sapienza le informó hace unos días de que le concedía el permiso para cuidar a 'Cucciola' y lo hacía además de forma retroactiva, por lo que le devolvía el día libre perdido por la operación de febrero.
La decisión de la principal universidad de Roma sienta un atractivo precedente para los dueños de los más de 60 millones de animales domésticos que hay en Italia. A falta de una ley que regule la situación de los perros y gatos en las familias, no faltarán a partir de ahora quienes echen mano del caso de 'Cucciola' para situaciones similares. «Estoy muy satisfecha porque después de mi batalla otras personas podrán cuidar sus animales por motivos graves de salud sin tener que tomarse días libres», explicó una victoriosa Anna.
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