Artículo de Carmen García de Burgos, tomado de La Voz de Galicia.es
Foto: Mónica Irago |
Los que sobrevivieron llamaron la atención de los agentes mientras deambulaban por los alrededores de la casa en la que vivían llenos de heridas sangrantes y en evidente estado de deterioro físico.
Esas cicatrices ya se cerraron, pero las psicológicas, en su caso, duraron mucho más tiempo. Para siempre, desgraciadamente, en algunos casos. Aunque ya estén prácticamente todos instalados en sus nuevos hogares, y Chini y Linda solo a la espera de que los recojan sus dueños del Centro de Acogida y Protección de Animales (CAAN) de la Diputación de Pontevedra (www.caan.depo.es).
En tres días, seis adopciones
Labra también acaba de irse de las instalaciones provinciales. Su responsable veterinario, José Luis Pedreira, se despidió de ella el pasado sábado. Era la última del grupo de nueve perros que fueron encontrados con vida en Ponte Caldelas el 15 de febrero. Otros dos no habían superado el maltrato al que los sometía su anterior propietario y habían muerto. Sus cuerpos seguían allí, junto a sus compañeros, inertes.
Pedreira no es capaz de agradecer con palabras el poco tiempo que todos ellos, las veintiuna víctimas de la insensibilidad humana en la provincia, tuvieron que pasar en el centro de Armenteira, en Meis.
En cuanto salió la noticia decenas de personas acudieron allí preguntando por los animales afectados. Entre el 24 y el 27 de julio -en cuanto se hizo publico el suceso- se adoptaron seis de los nueve canes de Ponte Caldelas, y entre el 6 y el 7 de julio, cuatro de los doce de Soutomaior. Algunos fueron gracias a la colaboración de diferentes protectoras de la provincia.
Los cachorros (que solo había en este último municipio) fueron los primeros en salir. Ocurre siempre y con todo tipo de animales. Los que son más grandes en tamaño y en edad normalmente tardan algo más. En este caso, ni siquiera les dio mucho tiempo. Tres meses después de anunciar su existencia, no queda ninguno de ellos sin una segunda oportunidad.
Casi recuperados
Casi todas ellas han tomado forma de familias. Saben que, en ocasiones, se llevan animales con algunos problemas físicos y psíquicos provocados por el maltrato, aunque en estos dos casos apenas les hayan quedado secuelas. Pero no les importa ni les echa para atrás. Siguen entrando a preguntar primero por los perros maltratados. Y, si ninguno de ellos se ajusta a lo que necesitan, se llevan otro de la protectora que sí lo haga.
Los adoptantes más jóvenes o con finca, prefieren perros grandes y activos; los mayores, canes más tranquilos. Y todos, todos ellos, dar y recibir cariño.
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