Artículo de Nina Siegal, tomado de The New York Times.com
“Este es un lugar muy importante para la comunidad judía y el hecho de que aún tengamos carne aprobada por un rabino es valioso para nuestros clientes”, dijo Martijn Koppert, un copropietario del restaurante. “De verdad es parte de la vida comunitaria”.
Sin embargo, a partir del lunes, hacer que los clientes estén satisfechos podría ser más difícil, no solo para Sal Meyer, sino también para los carniceros kosher y halal en los Países Bajos.
Los judíos y musulmanes practicantes siguen leyes religiosas que les dictan comer carne de animales que hayan sido sacrificados según reglas estrictas, entre ellas que los animales estén sanos y conscientes cuando los degüellen. Los activistas de los derechos de los animales dicen que la práctica causa un sufrimiento innecesario.
Respondiendo a la presión de los activistas, los grupos judíos y musulmanes han acordado hacer cambios en un esfuerzo por preservar sus prácticas de sacrificio.
Esa situación muestra un debate más amplio en toda Europa en el que se han enfrentado los defensores de la libertad religiosa y los derechos de las minorías, contra un creciente movimiento a favor de los derechos de los animales.
Muchos otros países europeos —incluyendo a Bélgica, Dinamarca, Estonia, Alemania, Lituania, Noruega y Suecia— también tienen leyes o normas que prohíben o limitan el sacrificio religioso. Algunas son bastante viejas: las reglas de Suiza, por ejemplo, datan de la década de 1890. Otras se instituyeron en la década de los treinta bajo el dominio nazi.
No obstante, en años recientes, los activistas de derechos humanos han hecho campañas a favor de límites más estrictos o prohibiciones directas para los métodos que consideran crueles.
El Partido Neerlandés por los Animales, que tiene cinco escaños en el parlamento, fue el primero en ejercer presión para hacer cambios en 2010. La medida fue aprobada en la cámara baja y después rechazada por el senado que, sin embargo, emitió una resolución en la que se requería que los grupos religiosos involucrados desarrollaran prácticas de sacrificio con más conciencia respecto al bienestar animal.
Aunque se desarrolló una solución consensuada, el Partido Neerlandés por los Animales planea presentar una legislación a principios de este año para intentar prohibir el sacrificio religioso.
Hace poco, dos parlamentos regionales en Bélgica aprobaron leyes para terminar con el sacrificio religioso a partir de 2019, aunque ambas medidas enfrentan desafíos legales en las cortes belgas.
En países con dolorosas historias de antisemitismo, y en una época caracterizada por el sentimiento antimusulmán y antiinmigrante, algunos temen que los cambios —aunque tengan como propósito la protección animal— contribuyan a las tensiones con las comunidades minoritarias.
“Algunos de los que intentan prohibir nuestras costumbres básicamente tratan de hacer que para los judíos sea más difícil vivir en Europa, porque la esencia y la centralidad de nuestra vida son nuestras antiguas tradiciones, y si nuestras costumbres no son bienvenidas, entonces tampoco lo son nuestras comunidades”, escribió Moshe Kantor, el presidente del Congreso Judío Europeo en una declaración a The New York Times.
Algunos grupos musulmanes sienten lo mismo.
“No creo que en esencia se trate de un sentimiento antisemita o antimusulmán, pero creo que algunas comunidades musulmanas lo entenderán como una suerte de odio musulmán o sentimiento antimusulmán”, dijo Rasit Bal, presidente del Consejo de Organizaciones Musulmanas, que representa a miembros de 450 mezquitas neerlandesas. “Se asociará con tensiones sociales y estará presente en una relación de por sí polarizada y dirán: ‘¿Ven? Están tratando de hacer imposible que seamos musulmanes aquí’”.
Al mismo tiempo, Bal dijo dudar que las nuevas reglas tengan gran impacto en la producción de carne halal. “Ya tenemos una enorme diversidad cuando vemos la definición de halal”, dijo. “Así que eso no afectará la vida comunitaria”.
Pero podría ser distinto para la producción de carne kosher en los Países Bajos. De los 500 millones de animales sacrificados anualmente para su consumo en los Países Bajos entre 1,6 y dos millones se utilizan para carne halal, mientras que solo 3000 se destinan a la carne kosher.
Solo hay un matadero en los Países Bajos donde se sacrifican animales para hacer carne kosher y eso solo se hace un día a la semana. Slagerij Marcus en Ámsterdam es el único carnicero kosher que queda en los Países Bajos. Abastece al delicatesen Sal Meyer y a otros restaurantes de otras partes del país.
Motti Rosenzweig, el único matarife de esa carnicería, sacrifica a los animales utilizando un cuchillo muy filoso para atravesar la arteria carótida y la vena yugular, cortando la tráquea y el esófago (el sacrificio halal se realiza de manera similar).
Las nuevas reglas dictan que, si un animal sigue sintiendo dolor después de 40 segundos de haberlo sacrificado, según medidas llamadas “reflejo inducido del párpado” y “reflejo corneal”, se le debe disparar. “Quieren dispararle después de que lo sacrificaron, y ahí es donde empieza el problema. Le disparan un pedazo de metal al cerebro y dicen que eso es estupendo”.
“Tú dime qué es más compasivo”, dijo.
Las nuevas reglas también establecen que el número de animales sacrificados para carne halal y kosher debe limitarse a la cantidad “necesaria para cumplir con la necesidad de las comunidades religiosas presentes en los Países Bajos”.
Sin embargo, no todos están satisfechos. El Partido por los Animales, que presentó su propuesta por primera vez en el parlamento neerlandés hace siete años, dijo que el acuerdo no era suficiente.
“Esto solo es para darle una fachada ecológica a una mala práctica”, dijo en una entrevista telefónica la líder del partido, Marianne Thieme. “Tan solo intentan que luzca mejor de lo que es”.
Dijo que estaba planeando volver a presentar una legislación a fines de enero o principios de febrero para prohibir el sacrificio religioso. “Ya no es legítimo que el trato de un animal dependa de las creencias religiosas de su sacrificio”, comentó.
Una nueva ronda de cambios tan solo contribuiría al entorno incierto de los negocios kosher, como el delicatesen Sal Meyer y su proveedor, Marcus Slagerij.
Koppert, el copropietario del restaurante, dijo que no está seguro de qué va a pasar si se dificulta conseguir carne kosher en los Países Bajos. “Sin embargo, lo hemos logrado durante 60 años, así que enfrentaremos el nuevo desafío”, dijo.
“Buscaremos alternativas si tenemos que hacerlo, pero eso no es lo que queremos”, agregó. “Le quitaría a la tienda una gran parte de la historia, la tradición y el sentido de comunidad”.
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