Artículo de Patricio Simó Gisbert, tomado de El País.com
Foto de archivo. |
Un vecino de la localidad toledana de Fuensalida, cuya identidad no ha trascendido, ha sido condenado a un total de siete meses y medio de cárcel y a una inhabilitación de dos años y un día para el ejercicio de cualquier profesión, oficio o comercio relacionado con los animales, por ahorcar a sus galgos.
El cazador, que ha reconocido los hechos, arguyó en su defensa que desconocía que ahorcar animales fuera un delito y que su abuelo ya lo hacía (sic).
Esta sentencia sienta un precedente muy importante para que el maltrato animal sea castigado y, aunque insuficiente, trata de poner un poco de orden donde antes no lo había.
Algo es algo.
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