Artículo de Sergio Lorenzo, tomado de Hoy.es
Responsables de El Refugio muestran ayer cómo estaba / |
La perra, que ha sido bautizada por la protectora con el nombre de Tanita, fue rescatada en mayo de 2016 por el Seprona de Valencia de Alcántara y entregada a El Refugio. Estaba literalmente en los huesos, como se podía ver en la imagen de la pancarta. Según señaló El Refugio tenía claros síntomas de deshidratación e inanición, con diarrea con sangre, vómitos, anemia muy severa, una grave insuficiencia hepática, tenía pulgas y garrapatas, y dio positivo en dirofilariosis, enfermedad infecciosa cuyo pronóstico es mortal, en caso de no administrar el tratamiento veterinario adecuado.
El miércoles se celebró, en el Juzgado de lo Penal número 2 de Cáceres, el juicio contra el antiguo propietario de la perra bóxer, Salustiano R. G. que tenía a la perra en mal estado en el patio de su vivienda.
Antes del juicio, que comenzó alrededor de las once de la mañana, la abogada del Refugio tenía pensado solicitar para el acusado un año de prisión y tres de inhabilitación para el ejercicio de cualquier profesión que tenga relación con la tenencia, custodia o compraventa de animales domésticos. La fiscal solicitaba nueve meses de prisión y el abogado defensor, Jacinto Cuño, la libre absolución. «Es increíble que le acusen de maltrato, cuando la perra estaba enferma, tenían que sacrificarla y no lo hizo porque le daba pena, por el cariño que le tenía». Negó que no le hubiera dado de comer, señalando que la perra estaba enferma y quizás el dueño no tenía los medios económicos para curarla, ya que es un hombre que trabaja en el campo, que gana poco más de 600 euros al mes.
Una vez iniciada la vista, el titular del Juzgado no admitió como parte a la Protectora El Refugio, ya que se había presentado como acusación particular y debía hacerlo como acusación popular.
El abogado defensor y la fiscal llegaron a un acuerdo: que Salustiano R. G. fuera condenado a cuatro meses de prisión y estar inhabilitado para tener y comerciar con animales de compañía durante un año.
Mientras se decidía la pena a imponer a su antiguo dueño, Tanita estaba con una familia que la tiene acogida en Madrid. Está totalmente curada, aunque los miembros del Refugio dicen que aún se encuentra algo afectada por lo que había sufrido en Piedras Albas.
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