Artículo de Mauricio Hdez. Cervantes, tomado de El Mundo.es
Una mujer tira de uno de los animales que fueron incautados por la Policía el pasado enero. E. M. |
El principal precedente de una condena por maltrato animal en España ocurrió en 2016 en Alicante, cuando una persona fue condenada a 15 meses de prisión por la suma de cuatro delitos de este tipo, después de haber quemado con ácido a cuatro gatos recién nacidos. La diferencia es que la sentencia en el actual caso de Cáceres puede acarrear el ingreso en prisión, lo que convertiría al condenado en la primera persona encarcelada por maltrato animal en España.
El propietario de los équidos ha recibido una pena de ocho meses de prisión por cada uno de los tres
delitos de «maltrato animal agraviado» que el tribunal considera que ha cometido. Por cada uno de los otros siete, calificados en la sentencia como «maltrato animal» a secas, ha recibido seis meses de prisión. En total, cinco años y medio de cárcel. Además, ha sido condenado a casi 15 años de inhabilitación para la tenencia y explotación de animales.
El condenado cometió 10 delitos de maltrato, tres de ellos de forma agravada
«Es muy probable que entre en prisión, ya que la suma de los años en su condena supera los 24 meses [el máximo tolerado para poder salir libre bajo fianza]», declara a EL MUNDO la abogada de El Refugio del Burrito, una ONG dedicada a la protección de équidos y a quien el propietario deberá de indemnizar con 7.578 euros por los gastos generados de los servicios veterinarios y de acogida de los animales.
«Un burro hembra castaña con numerosas escoriaciones por todo su cuerpo, especialmente en caderas y extremidades, con una herida de 30x30 en la parte derecha del cuello, que evidenciaba una falta absoluta de asistencia médica y de cuidados de la herida, con un cuadro neurológico muy acentuado por incoordinación severa que le dificultaba para incorporarse y le causaba abrasiones por caídas, que no había recibido ningún tipo de tratamiento facultativo de choque, por lo que se procedió a su sacrificio...», recoge el parte veterinario sobre uno los animales incautados. En otras descripciones no faltan condiciones famélicas, malformaciones por sobreexplotación, heridas mal cuidadas, parásitos y demás condiciones propias del abandono y el maltrato.
El último de los animales afectados, un caballo, no pudo ser transportado al Refugio del Burrito, ya que había fallecido 24 horas antes de su llegada «debido a las condiciones deplorables» en las que se encontraba.
La abogada explica que está a la espera de que el juzgado practique la liquidación de condena en fase de ejecución para determinar si el acusado entrará en prisión efectiva.
Aunque el Código Penal castiga con hasta un año de prisión el maltrato animal, el caso de Cáceres no es sin embargo único. Con pezuñas largas como esquís. Sin agua, sin comida y dejada a su suerte en una parcela privada. Así fue como El Refugio del Burrito encontró el 3 de enero a Catalina, una burra blanca de 17 años en extrema situación de abandono. «Uno de los tantos cuidados que necesitan los équidos es el de los cascos. Si no se les cortan periódicamente, éstos crecen. Por lo tanto el riego sanguíneo no llega al hueso y éste se necrosa causando muchísimo dolor al animal», explica Verónica Sánchez, directora de El Refugio del Burrito.
Fue una vecina de la localidad de Berja (Almería) quien dio aviso a las asociaciones locales de protección animal sobre este caso. Dos días después, un veterinario evaluó e hizo unas radiografías a este équido para saber el nivel de daño que presentaban sus patas, debido a la pésima apariencia de sus cascos, pero el diagnóstico no resultó en absoluto esperanzador. «El hueso podal estaba destruido. El daño ya era irreversible y los dolores muy fuertes. No se podía hacer nada más», añade Sánchez. El 8 de enero fue sacrificada.
Catalina llevaba un microchip de registro y eso permitirá identificar al responsable de esta situación, quien tendrá que responder ante la justicia por maltrato animal.
Incautados seis équidos a un grupo de traficantes
Radiografía con las heridas que obligaron a sacrificar a una burra. | E.M. |
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