Tomado de El Periódico.com
Chacho con sus nuevos dueños. |
El tiempo que este perro ha esperado en el centro le ha convertido en un viejo compañero de todos los miembros del personal, que hoy le han despedido emocionados después de que la Comunidad de Madrid y su consejería de Medio Ambiente emprendieran con éxito una campaña para encontrarle un hogar. Como Chacho, otros 170 perros y 60 gatos esperan en este centro regional para ser adoptados, una posibilidad que parece más factible después de que en el último año se haya registrado un aumento del 40 % en las acogidas, con un total de 447 adopciones que se suman a las casi 4.000 realizadas desde octubre de 2005.
Tras entregar a Chacho a sus nuevos dueños, el consejero ha presentado un "Decálogo del propietario responsable" que recuerda que adquirir un animal conlleva responsabilidades, como favorecer la adaptación de la mascota, darle afecto o programar las vacaciones pensando en ellas. Desde la Consejería han observado que la mayoría de las ocasiones los animales son abandonados por personas solteras, especialmente hombres que cambian de trabajo o de ciudad y que abandonan el perro. Igualmente, la Administración se ha propuesto atajar esta realidad sancionando "con toda la fuerza" a quienes abandonan "irresponsablemente" a un animal de compañía, imponiéndoles las multas más alta posibles, de entre 3.000 y 6.000 euros.
Los dueños de Chacho, Antonia Muñoz y Julián Tenllado, han coincidido en denunciar los abandonos y se han mostrado emocionados al salir del recinto con el perro, al que decidieron acoger al considerar que seis años en un centro de acogida "es demasiado tiempo". Antonia ha pedido a los amantes de los animales que adopten a sus mascotas en lugar de comprarlas, y les ha animado a elegir canes adultos porque son "cariñosos, agradecidos y buenísimos" y porque "no dan ningún problema" sino que, al contrario, "solo aportan alegría al hogar".
Los más de 50 voluntarios del centro son quienes más tiempo pasan con los animales y reconocen que cada adopción les deja "el corazón partido" y provoca escenas de "muchos lagrimones" cuando tienen que despedirse de los animales. Pese a todo, algunas voluntarias del centro madrileño, como María Conde, Irene Lozana y Nerea Lagunilla, han subrayado que las marchas se viven con una "felicidad enorme", porque cada animal "forma parte de la familia del centro" y "es imposible no alegrarse de que vayan a vivir en una casa con mucho cariño".
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