Uno de los canes cayó muerto a escasos metros de su dueño y otro resultó herido de gravedad.
Artículo de Carlos Morán, tomado de Ideal Guadix.es
«Casi me cazan...», comentaba ayer todavía impactado Emilio Calatayud, vecino y farmacéutico del pequeño municipio de Aldeire, después de que alguien matase a tiros a uno de sus perros e hiriese de gravedad a otro cuando él corría junto a los canes por un monte cercano al pueblo. El suceso, que Calatayud ya ha denunciado ante la Guardia Civil, ocurrió alrededor de las ocho de la tarde de este pasado martes. Emilio acostumbra a hacer deporte por las mañanas, pero ese día se vio obligado a postergar la salida porque tuvo que atender a una serie de obligaciones. Como siempre, partió acompañado de sus tres perros y, antes de iniciar la carrera, se colocó unos cascos para ir escuchando música. Él aún no lo sabía, pero la apacible jornada se iba a convertir en una pesadilla.
Cuando estaba a unos cuatro kilómetros de Aldeire, escuchó dos estampidos y su pulso, ya acelerado por el esfuerzo, se volvió loco. «No lo dudé, sabía que eran disparos», narró ayer a IDEAL. Instantes después, apareció uno de los tres canes cubierto de sangre. Tenía medio cuerpo agujereado por más de una decena de perdigones de plomo, pero, milagrosamente, había sobrevivido. Otro de los animales salió ileso y del tercero no había rastro. Emilio gritó para pedir ayuda. Alarmado por el estado que presentaba el perro herido, corrió con él en brazos hasta Aldeire y ya de noche, y a la vista de la gravedad de su estado, lo trasladó a una clínica de la capital, donde quedó ingresado.
A primera hora de la mañana de ayer, Emilio regresó al paraje en el que ocurrió el incidente para intentar encontrar a 'Miga', la perrilla que se perdió tras el tiroteo. «La encontré muerta. Tenía siete perdigones en la cabeza. Había caído a unos cinco metros de donde yo estaba...», relata Emilio. Desde el principio, fue perfectamente consciente de que él mismo pudo haber resultado alcanzado por los disparos. Emilio tiene claro que quien apretó el gatillo fue un cazador. «Pero es imposible que confundiera a los perros con otros animales. Además, tuvo que ver que yo iba con ellos». En la zona, había un coche aparcado y él lo fotografió para entregar las imágenes a la Guardia Civil por si fueran útiles para la investigación.
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