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viernes, 17 de enero de 2014

Un perro aún llora a su amo en el lugar en que murió

Desde hace cinco años, un can de raza mestiza da lección de lealtad y perseverancia. Algunos lo llaman 'Hachi', emulando al famoso perro japonés 'Hachiko'; otros le dicen 'Huachi' o 'Huachito'.
Tomado de Informador.com.mx

"Hachi" ha hecho de una avenida su hogar y llora en la esquina donde ocurrió el
accidente que le quitó la vida a su amo. / EFE
LA PAZ, BOLIVIA (12/ENE/2014).- La ciudad boliviana de Cochabamba (centro) es testigo de la lección de lealtad y perseverancia de un modesto perro mestizo, que desde hace cinco años espera en la esquina de una avenida de esa urbe a su amo fallecido en un accidente de tráfico.

Algunos lo llaman "Hachi", emulando al famoso perro japonés "Hachiko"; otros le dicen "Huachi" o "Huachito", pero lo cierto es que este can de color café ha conmovido a los vecinos y comerciantes establecidos en la avenida Papa Paulo, en la zona noreste de Cochabamba, que lo alimentan.

"Deben ser unos cinco años desde que falleció su dueño en un accidente de motocicleta. El perro venía por detrás y se quedó aquí desde entonces", dice Román Bilbao Luján, el propietario de una tienda de carnes y fiambres ubicada a unos metros del lugar donde "Hachi" perdió a su amo.

El amo del can era un universitario que todos los días seguía esa ruta en motocicleta con el perro como escolta, hasta que un día el muchacho fue embestido por un taxi y falleció cuando era trasladado al hospital, relató esta semana la vendedora de periódicos Aida Miranda al diario cochabambino Opinión.

Desde entonces, "Hachi" ha hecho de la avenida Papa Paulo su hogar y llora en la esquina donde ocurrió el accidente que le quitó a su amo, comenta Elizabeth Martha García, quien ayuda en la venta de periódicos a Miranda.

"Él camina de esquina a esquina y vuelve a venir donde ha fallecido su dueño. Se va caminando, se para en una esquina y aúlla cuando ve la esquina donde ha muerto su dueño", agrega García.

El "Hachiko" original fue un perro de raza Akita que pertenecía a Hidesaburo Ueno, un profesor de ingeniería agrónoma de la Universidad de Tokio que murió en 1925 tras sufrir una hemorragia cerebral mientras impartía una de sus clases.

Pese a que su dueño había fallecido, el can acudió todos los días durante nueve años a la estación de Shibuya a la hora en la que llegaba el tren que siempre traía de vuelta a Ueno.

La lealtad de "Hachiko" ha sido inmortalizada en una estatua de bronce erigida en el lugar donde esperó a su protector, y su historia ha sido rescatada por la industria cinematográfica de Hollywood en la película "Hachiko: A Dog's Story", protagonizada por el estadounidense Richard Gere.

Cuando recién falleció su amo, el "Hachi" boliviano no paraba de llorar en la esquina donde ocurrió el accidente y aullaba y ladraba desesperadamente cada vez que pasaba una motocicleta por el lugar, pensando que se trataba de su amo, señala Román Bilbao.

Así como los usuarios de la estación de Shibuya comenzaron a dar de comer y a atender a diario a "Hachiko", el can boliviano también despertó la compasión y solidaridad en la avenida Papa Paulo, donde la gente le ha tomado cariño.

El perro sabe que tiene desayuno asegurado con Bilbao, cuya tienda funciona desde hace 18 años en la avenida Papa Paulo.

Así, la jornada de "Hachi" comienza entre las 6.30 y 7.00 de la mañana en la puerta del negocio de Bilbao, quien le aguarda con pescuezos de pollo y agua.

"Hachi" toma una presa y retorna a su esquina para comerla; después camina un poco y a media mañana se dirige a un pequeño restaurante o al mercado vecino, donde sabe que podrá recibir algo para el almuerzo.

En las noches consigue alimento en una churrasquería donde el perro de mirada melancólica también recibe cobijo ocasional para pasar la noche.

Varias personas han intentado adoptar al can e incluso los familiares de su difunto amo se lo llevaron a su casa, del otro lado de la ciudad.

Pero, al parecer, la nostalgia de "Hachi" es mayor, por lo que siempre logra escapar para volver a su esquina a esperar que su dueño vuelva a pasar por allí en motocicleta, como en los viejos tiempos.

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