Artículo de Javier Yanes, enviado por 20Minutos.es
Foto: Captura vídeo. |
El ejemplo clásico son los psitácidos, vulgo loros. Algunos de estos animales llegan a aprender cientos de palabras, preferentemente aquellas que sus dueños pronuncian con mayor énfasis, y este es el motivo por el que parecen especialmente propensos a proferir expresiones malsonantes. Menos conocida es la similar capacidad de otras especies para lograr también emular nuestras palabras, como el estornino común o la urraca, visitantes habituales de nuestros parques y jardines.
En general, los estórnidos y los córvidos se cuentan entre las aves más hábiles a la hora de copiar el habla de los humanos y otros sonidos. Un cuervo parlante que repetía “nunca más” atormentaba al narrador del famoso poema de Poe, y uno de los personajes de Shakespeare fantaseaba con regalarle al rey Enrique IV un estornino que le susurrara al oído el nombre de su mayor enemigo. Mozart fue propietario de un estornino que silbaba alguno de los temas del compositor, y que fue objeto de un aparatoso funeral cuando murió.
Entre las aves que más sorprenden por sus capacidades vocales se encuentran las aves lira, dos especies nativas de Australia nombradas por la semejanza de su cola desplegada con el instrumento musical que, al menos según la leyenda (y la película Quo Vadis), Nerón tocaba mientras contemplaba cómo las llamas devoraban Roma en el verano del año 64. El ave lira, de aspecto y tamaño similares a los faisanes o las perdices, es sin embargo un pájaro, es decir, un miembro del orden Paseriformes que engloba a las aves canoras. Y de hecho, pasa por tener la siringe más compleja de todos los pájaros, lo que le permite emular los sonidos de otras aves, de otros animales e incluso de objetos de lo más variado.
Como ejemplo, he aquí este vídeo del naturalista británico David Attenborough, en el que un ave lira imita a la perfección el canto de otras especies como la escandalosa cucaburra, pero también otros sonidos que ha captado en su entorno, como el click y el motor de una cámara fotográfica, la alarma de un coche y el ruido de una motosierra.
Chook, un ave lira macho del zoo de Adelaida (Australia), se quedó con todo el repertorio de sonidos de una obra cercana, desde los martillazos a la sierra radial, sin olvidar los silbidos de los trabajadores:
Y este otro ejemplar repite lo que parece el sonido de una pistola láser de juguete:
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