Artículo de Silvia Yamileth Pérez, tomado de El Heraldo.hn
La venta de loros y pericos es una de las más visibles en los mercados de la capital. Foto: El Heraldo |
Tegucigalpa, Honduras
Son seres vivos presos que no han cometido delito alguno.
Su colorido plumaje, amigable carácter o bien la elegancia de su apariencia los han convertido en el blanco de los facinerosos que a costa de su vida se agencian de elevadas cantidades de dinero.
Se trata de la fauna silvestre, que en la actualidad permanece en jaulas como adorno de miles de viviendas de la capital, luego de haber sido traficadas.
Se estima que cada mes ingresan a la capital unas 4,000 aves, como pericos, loros, pájaros exóticos, entre otros. De esta cifra, sobreviven el 50 %, es decir unos 2,000, los que generan unos 700,000 lempiras (± 27.671 €), pues son comercializados en 350 lempiras (± 14.00 €) como mínimo.
Las ventas se realizan de manera ambulante, en los mercados y hasta por medio de redes sociales.
Es por esta razón que el tráfico ilegal de la vida silvestre ha convertido a la ciudad en la zona donde existe una mayor cantidad de fauna nativa en cautiverio y de manera ilegal, según Iris Acosta, técnico del área de Vida Silvestre, del Instituto de Conservación Forestal (ICF).
Otras ciudades se suman a la lista, como San Pedro Sula y La Ceiba.
“Los animales que más son víctimas de este delito son los pericos, loros, guaras, algunos felinos y reptiles”, manifestó Acosta.
A pesar de que la tenencia de animales silvestres es un acto ilegal, el ICF es el encargado de registrar a la fauna que ya se encuentra en cautiverio a nivel nacional.
“Hasta la fecha, solo tenemos registradas unas mil especies, sin embargo, sabemos que hay muchas más”, aseguró la entrevistada.
Las aves son ofrecidas a los clientes de manera pública, pese a que es una acción ilegal penada por la ley. Foto: El Heraldo |
Del total de animales que se encuentran con permiso de tenencia en el país, el 80% se localiza en el Distrito Central, y en su mayoría son loros y guaras.
No obstante, se estima que la cantidad real de animales que se encuentran en cautiverio sea unas diez veces mayor a la cifra reportada en la institución estatal. “Las personas no vienen porque no tienen la forma de documentar cómo o dónde adquirieron el animal”, explicó Acosta.
Además, para poder obtener el permiso deben pagar 400 lempiras por cada animal y solo se puede autorizar un máximo de cinco animales por dueño.
Los animales permanecen en jaulas donde carecen hasta de agua, por lo que un alto porcentaje fallece al cabo de unas horas. Foto: El Heraldo |
Denuncias
Para denunciar, se debe acudir al ICF; de forma posterior se hace una evaluación de la condición del animal.
En caso de encontrar una especie en peligro, se reporta a la Fiscalía del Ambiente, y estos a su vez citan a los propietarios y luego se decomisa al animal.
Las especies rescatadas son trasladadas a centros como El Picacho o El Ocotal.
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