Colaboración de Anna Soler, tomado de La Voz de Rusia.
Foto: Eduardo Muñoz / REUTERS |
Al principio los empleados del cementerio echaban a Calafate. "Puede ser que algún perro se metiera y siempre los sacábamos. En el caso de Calafate recuerdo que tenía hambre y lo sorprendíamos comiéndose las velas, por lo que lo sacábamos corriendo, pero siempre volvía", cita el diario local El sureño a uno de los empleados.
A pesar de todos los obstáculos, el perro logró vivir nueve años en la tumba de su amo convirtiéndose en el animal más conocido de la ciudad y llegando a ser ya "parte del paisaje cotidiano" del cementerio: los visitantes preguntaban por él y le llevaban comida.
La semana pasada Calafate tuvo un trágico final: fue atacado por dos perros y resultó herido. Al principio presentó mejorías, pero el martes los empleados del cementerio lo encontraron muerto.
El perro fue enterrado cerca de la tumba de su querido dueño.
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