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lunes, 3 de febrero de 2014

La agitada vida de la osa ‘Molina’

Asturias lleva a un cercado a una cría que se amansó durante una convalecencia. Una plataforma reclama que la devuelvan al medio natural.

Artículo de Juana Viúdez tomado de El País.com


La osezna Molina en un centro de recuperación. / FUNDACIÓN OSO PARDO
La corta vida de la osezna Molina, de apenas un año de vida, da para un libro de aventuras, una fábula sobre el amor materno y hasta alguna lección de comunicación política. La osezna fue rescatada en septiembre con una lesión de cadera en una zona muy escarpada de Asturias. En el proceso de recuperación se ha acostumbrado a los humanos y ahora vive en cautividad porque si se la deja en libertad puede suponer un peligro para la población. Intentaron soltarla en la Reserva Natural de Muniellos, pero Molina encontró mucho más interesante pasear por los huertos de un pueblecito, meterse en los portales o encararse con los perros. Una plataforma ciudadana pide que se hagan todos los esfuerzos por devolverla al medio natural y acusa al Principado de humanizarla a propósito para utilizarla como reclamo turístico.

El fracaso en la reinserción de Molina pone sobre la mesa un problema cada vez más frecuente derivado del aumento de la población de osos en la Cordillera Cantábrica, mucho más poblada que otras extensiones donde viven estos plantígrados como Kamchatka (Siberia) o Alaska (EE UU). “Es un precio que había que pagar. Hoy en día no se sabe cómo rehabilitar y tampoco cómo hacerlo con un oso pequeño, que es mucho más influenciable”, incide el biólogo Alberto Fernández Gil, investigador del CSIC miembro de la comisión de expertos que ha asesorado en el caso de Molina al Principado de Asturias.

La plataforma Conceyu pola Llibertá de Molina se ha puesto en contacto con el investigador canadiense Charlie Russel, especialista en reintroducción de estos animales. El experto ha realizado un informe que avala su vuelta a la naturaleza. Russel cree que la osezna tendrá un “miedo natural” a los demás osos hasta que encuentre a otro oso recién destetado que la ayude a aclimatarse al medio natural. “Su mayor problema es no tener un hermano o una madre con quien jugar. Estar completamente solo puede ser un gran problema en la mente de un cachorro”, recoge en su escrito el investigador.

“En Asturias existen precedentes exitosos de reintroducción como el caso de Villarina”, incide Serxu García, miembro de este grupo de presión. La plataforma ve en la osezna el relevo generacional de Paca y Tola, otras dos osas en cautividad que viven en el mismo centro que se encuentra ahora Molina. Las osas, ya mayores —tienen más de 20 años— se han convertido en un reclamo turístico.

“No va a ser un animal de circo”, garantiza Fina Álvarez, directora de Recursos Naturales del Principado. “Está en un cercado, en régimen de semiaislamiento, y no ve a los ciudadanos ni la ven a ella”, explica. Álvarez asegura que, ahora mismo, no hay un planteamiento distinto de vida para este animal, pero que si surge una propuesta asumible y “sin riesgo”, la estudiarán. La idea es que la osezna, “que ahora se escapa por cualquier rendija”, pase en verano a habitar un monte vallado en un régimen de “semilibertad”.

Molina comenzó a hacerse popular el 19 de septiembre, cuando fue rescatada por técnicos y guardias del Principado y un vigilante de la Fundación Oso Pardo (FOP) de una zona escarpada próxima al puerto de Leitariegos en el occidente asturiano. “Supimos que algunos ganaderos habían visto a la madre en la peña ya desde el mes de julio”, cuenta Guillermo Palomero, presidente de la FOP. “La osa descendía para darle de mamar y no la perdía de vista, aunque en la zona había bastantes hayucos”, relata Palomero. La madre eligió pasar hambre antes que abandonar a su cachorro.

Además de la lesión de cadera y en la cabeza, encontraron a la osa Molina deshidratada y desnutrida. Pesaba solo seis kilos, un tercio de lo habitual en una cría de ocho meses. El parte veterinario inicial era desalentador. “Creíamos que se moría aquella misma noche”, cuenta Álvarez.

La osa pasó 15 días en un centro veterinario, en un entorno principalmente humano. Roberto Hartasánchez, presidente del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS), critica que en este momento no se aplicaran protocolos o manejos propios de un animal salvaje que debe ser reinsertado. En esta clínica, Molina fue visitada por la consejera de Agroganadería, María Jesús Álvarez, que se fotografió acariciándola. La imagen, difundida por los medios locales, cosechó un aluvión de críticas. “El primer objetivo fue la reinserción de la osa en el medio natural”, insiste Álvarez, que califica la desafortunada fotografía de la consejera como “un instante, con categoría de anécdota”, que no refleja el tratamiento dado a la osa.

Hartasánchez fue el único de los asesores del Principado que se opuso a dejar a la osa en un cercado. Al igual que Fernández Gil y Palomero, Javier Naves, biólogo experto en osos de la Universidad de Oviedo, cree que retirar al animal fue “la menos mala de las opciones”. Estos tres expertos coinciden en que las crías de los osos son muy influenciables y en que es más fácil que esos cambios sean irreversibles en los ejemplares jóvenes. “La amargura y la frustración por el caso de Molina, nace de otros casos que se han vendido como éxitos”, valora Naves, también miembro del grupo asesor. El CSIC está elaborando un informe sobre la gestión de este episodio. Los asesores coinciden en que esta experiencia debe servir para fijar una estrategia de trabajo para estos casos.

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