Artículo de Ismael G. Cabral, tomado de El Correo Web.es
Negrito fue ahorcado la semana pasada. Lo encontró Elena en su parcela. (Click para ampliar) |
«Se aprovechan de que son menores para cometer sus actos», cuenta Elena aterrorizada tras enterrar este fin de semana a una de sus perras, intoxicada, y tener que hacer lo propio la pasada semana con Negrito, un pequeño mestizo que encontró ahorcado en su hogar. «Lo hacen por hacer daño». Y su parcela, donde viven recogidos de la calle una veintena de perros, parece ser el blanco perfecto, según reconoce la propia Guardia Civil, que ya se ha desplazado hasta en dos ocasiones a este lugar. Los agentes reclaman pruebas para poder identificar a los maltratadores, aunque en buena parte del pueblo se da por cierto quienes son y dónde viven.
En otro extremo de la localidad, Javier C. ha visto como desaparecían tres de sus perros de caza. «Por esta zona siempre se han visto galgos ahorcados; pero esto es nuevo, los roban para torturarlos y matarlos; pero aquí la gente tiene mucho miedo de denunciar porque es un pueblo muy pequeño…», argumenta exigiendo la máxima discreción. La misma que tuvo Alberto, que pudo recuperar a su perro reclamándoselo directamente a su ladrón: «Me planté en la puerta de su casa y amenacé con ir a la Guardia Civil, al final me lo dieron, y ya no quise denunciar, lo último que quiero son problemas», reconoce.
El envenenamiento es otro de los procedimien- tos de la banda. (Click para ampliar) |
El hurto es otra de las dedicaciones de la banda. De la parcela de Elena se han llevado hierros y una batería de tractor. Pero lo único que le preocupan son sus animales. «De este pueblo han desaparecido los gatos, antes de emprenderla con los perros, soltaban a perros de presa para que los cazasen; no quedó ni uno sólo», dice sin perder de vista la valla que delimita su terreno. Ella y su pareja duermen allí, en el interior de un coche, para poder proteger a la manada. «No tenemos dinero, somos personas muy humildes y no está en nuestra mano contratar vigilancia, esto es lo más que podemos hacer», lamentan.
El caso ya ha llegado a oídos de diferentes protectoras de animales de Sevilla; que estudian la posibilidad de ayudar a los vecinos afectados. Pero la solución no es sencilla. «Cuando la Guardia Civil acude el delito ya se ha cometido… además, son menores que provienen de familias desestructuradas», opina otro marinaleño que ha optado por no permitir que su perro salga más solo a la calle. «Marinaleda es un pueblo inseguro, con un alcalde ausente y donde los animales no cuentan», acusa Elena mientras cinco de sus menudos perros la protegen con inofensivos ladridos.
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