Tomado de mi muro de Facebook
La granja de cría Mazor tiene actualmente 1.000 monos macacos de cola larga. Algunos de estos monos fueron capturados salvajes en la isla de Mauricio, mientras que otros nacieron en cautiverio. Mazor es un eslabón en la cadena del comercio cruel en que los monos son desplazados por la fuerza de su ambiente natural miles de millas voladas, en pequeñas jaulas para laboratorios o instalaciones de cría. Estos animales deberán haber sido separados de sus grupos familiares, los jóvenes son brutalmente separados de sus madres.
Mazor es poco más que una fábrica de cría de monos, cuyo director considera a los monos: “unidades de producción”, cuyo único propósito es aumentar las ganancias, a través de la venta de las crías a los laboratorios. Para aumentar aún más la rentabilidad, los jóvenes son separados al principio de sus madres, lo que permite que estas hembras se apareen tan pronto como sea posible. La separación forzada es traumático para los jóvenes y las madres. Estas madres gritan y se aferran con desesperación a los barrotes de sus jaulas en un vano intento de buscar a sus crías. Los jóvenes, que han sido trasladados a un recinto separado, a su vez, buscan a sus madres y muestran signos de sufrimiento intenso.
No todos estos animales logran sobrevivir a esta transición difícil y algunos morirán. Los que sobreviven tendrán el pecho tatuado con un número de serie de cuatro dígitos y luego serán vendidos a laboratorios de Europa, EE.UU. e Israel. Cada año, cientos de estos monos jóvenes y aterrados, se verán obligados a recorrer distancias enormes en cajas pequeñas con destinos lejanos: un destino peor que la muerte, lo que les espera. Cada una de estas “unidades” llenará los bolsillos del administrador de la granja de cría a la suma de $ 2800.
Un destino peor que la muerte
La gran mayoría de estos monos jóvenes serán vendidos a laboratorios especializados en toxicología (pruebas de envenenamiento). Entre los clientes de Mazor se encuentran Covance (Alemania), el centro de Suecia para los estudios biológicos, así como de laboratorios en el Reino Unido, Bélgica, Italia y los EE.UU.
Los monos se alojarán en condiciones miserables y se someterán a las pruebas de toxicidad en el que se les inyecta o son alimentados a la fuerza con drogas y otras sustancias químicas. La mayoría de los animales mueren durante estas pruebas, y los que sobreviven serán sacrificados al final del experimento.
La mayoría de los monos que se venden a los laboratorios dentro de Israel, serán sometidos a experimentos invasivos del cerebro. Estos experimentos implican privación de agua, inmovilización en una silla de primates durante largos períodos de tiempo, extirpación quirúrgica de la parte superior del cráneo y la implantación de equipos en el cráneo y el cerebro mismo. Este tipo de experimentos suelen durar varios años, después la mayoría de los monos serán asesinados.
En raras ocasiones, los monos individuales son liberados y se les permite someterse a la rehabilitación en los santuarios. Este es un fenómeno relativamente reciente y se debe en gran parte a la protesta pública.
Fuente: invitro.org
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