El ritual consistía en atar del pecho con una cuerda a los perros y colgarlos encima de un río, para luego hacerlos girar hasta que se desataban y caían violentamente al agua.
Los locales se acercaban cada año al lugar donde se realizaba este “maltrato animal”, en muchas ocasiones acompañados de sus hijos y no dudaban en tomar fotos para tenerlas de recuerdo.
Este año, gracias a la actuación de los activistas de Sofía y Burgas se ha evitado que los perros fueran colgados con cuerdas. Los animales han sido lanzados al río desde un puente de poca altura.
Los lugareños creen que con esta antigua práctica hacen bien al pueblo y explican que nunca, durante el transcurso de la realización del colgado de los perros, ha fallecido alguno.
El primer ministro Boyko Borisov ha condenado este tipo de tradición, considerándola como “bárbara”.
Vía: Novinite
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