Berry, del Animal Legal Defense Fund, afirma que las agencias gubernamentales estatales y del condado a veces protegen mejor a los elefantes que la propia Ley de Bienestar Animal, ya que las leyes estatales contra la crueldad suelen ser más sólidas. En 2017, por ejemplo, los inspectores de control de animales en el condado de Lawrence, Alabama, encontraron a una elefanta llamada Nosey encadenada, de pie sobre sus propias heces, sin comida ni agua adecuadas durante un espectáculo. El Great American Family Circus, con sede en Orlando, había tenido la licencia del USDA durante años, a pesar de que Nosey actuaba mientras sufría una enfermedad cutánea que la hacía propensa a infecciones dolorosas y tenía un historial de exposición a la tuberculosis. Tras la intervención de las autoridades locales, el USDA acabó por revocar la licencia al propietario del circo y Nosey fue trasladada a un refugio de elefantes en Tennessee.
Penas insuficientes
Aunque la Ley de Bienestar Animal exige una atención veterinaria adecuada, las directrices están redactadas de forma imprecisa y los inspectores del USDA suelen ceder ante los propietarios de las instalaciones y a los veterinarios, afirma Berry. Cuando una instalación incumple la ley, «hay muy pocas consecuencias económicas», dice. Tras varias infracciones documentadas, el USDA puede emitir una advertencia o imponer una pequeña multa, que suele oscilar entre los 2000 y los 15 000 dólares.
«Normalmente [el USDA] solo impone multas muy pequeñas después de años de incumplimientos atroces de la Ley de Bienestar Animal», explica. Un zoo puede calcular que tiene sentido financiero esperar hasta que se imponga una multa y pagarla, «en lugar de pagar por la atención veterinaria o por la mejora de las instalaciones y otro tipo de cosas para cuidar adecuadamente del animal».
«Las leyes solo son buenas si se aplican», dice Williamson. Cabría esperar que se revocara la licencia a un zoo con varias citaciones del USDA, pero la agencia rara vez toma esta medida, afirma.
«No debería hacer falta una docuserie de Netflix para revocar las licencias de los maltratadores de animales», dice, refiriéndose a los casos de los protagonistas de Tiger King, Jeff Lowe y Tim Stark, que perdieron sus licencias solo después de que el programa pusiera de manifiesto los problemas de bienestar animal y los defensores presionaran para que se tomaran medidas.
Willamson apoya la Ley de Mejora de la Aplicación del Bienestar Animal, presentada recientemente en el Congreso y que exigiría inspecciones sin previo aviso antes de la renovación de las licencias e impediría su renovación si una instalación tiene más de un caso documentado de incumplimiento.
Las circunstancias en las que el USDA considera la revocación de la licencia de un expositor forman «parte del proceso de deliberación» y, por lo tanto, son confidenciales, escribió Bell, el portavoz de la agencia. «En general, [la agencia] estudia la gravedad de cualquier violación que haya tenido lugar, el historial de cumplimiento de una instalación, el tamaño del negocio y los esfuerzos de buena fe de la instalación para cumplir con las normas». Bell no quiso hacer comentarios respecto a si la agencia se ha planteado la posibilidad de revocar la licencia del zoo de Commerford.
La última elefanta del zoo
Minnie, la última elefanta superviviente del zoo de Commerford, ha estado «languideciendo» sola desde 2019 y su última aparición pública fue en julio de ese año, dice Fern de NhRP. Basándose en las imágenes tomadas por drones de NhRP de los dos establos de elefantes y el recinto exterior en la sede del zoo en Connecticut, Fern cree que Minnie pasa la mayor parte del tiempo en el interior de un recinto de hormigón. En declaraciones previas, el zoo ha descrito un «patio de seis acres» (2,4 hectáreas) donde Minnie puede pasar su «jubilación».
No está claro por qué no aparece en los espectáculos, pero Fern dice que podría deberse al rechazo público del uso de elefantes en espectáculos, sobre todo tras las muertes de Beulah y Karen. Minnie también tiene un historial de lesiones a sus cuidadores; ha atacado a los trabajadores del zoo en al menos cuatro ocasiones diferentes, según noticias de prensa recabadas por el grupo de derechos de los animales PETA.
El estado de salud de Minnie tampoco está claro. El verano pasado, la familia de los expropietarios de Minnie, Earl y Elizabeth Hammond, abrió un GoFundMe por 2,4 millones de dólares en nombre del zoológico de Commerford para recaudar fondos para su alimentación y cuidado general. «La COVID-19 ha empobrecido la granja que la mantiene», dice la página, y Minnie «se ha visto directamente afectada». Hasta la fecha, la campaña ha recaudado solo 2348 dólares.
El USDA no tiene autoridad para confiscar a Minnie simplemente porque el zoo atraviese dificultades económicas, dijo Bell. «La autoridad de confiscación en virtud de la [Ley de Bienestar Animal] se limita a los animales que se encuentran en un estado de sufrimiento continuo. En este momento, Minnie no está en un estado de sufrimiento», escribió.
Fern no lo ve así. «Cuanto más sabemos de su situación, más evidente es que es urgente trasladarla a un santuario», dice. El NhRP se ha ofrecido a organizar y pagar el traslado de Minnie a un refugio, pero, según Fern, sus ofertas han sido ignoradas.
«Minnie merece la libertad... La han explotado durante toda su vida para obtener beneficios»", dice. «Si realmente se preocupan por ella como dicen, deberían enviarla a un refugio donde pueda vivir lo más libremente posible con otros elefantes durante el tiempo que le quede de vida».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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