Será el precio a pagar. La propuesta implica que se triplique el espacio que ocupa cada animal, lo que mermará la rentabilidad de la explotación.
Artículo de Esther Miguel Trula, (@flamencastone), tomado de Magnet.comFin a la era de las jaulas, así se llama el movimiento que acaba de triunfar en la UE. La iniciativa recibió el apoyo de 1.4 millones de europeos, que firmaron un documento y se lo enviaron a las autoridades comunitarias en 2018 y ahora los europarlamentarios han votado por abrumadora mayoría sacar adelante una resolución para que Bruselas acabe con esas pequeñas prisiones animales.
“Fin a este tipo de maltrato animal”, ese es el objetivo declarado. En esta tanda de nuevas normas, que deben redactarse entre los 27 de la UE y que cada país deberá responsabilizarse después en vigilar para que se cumpla de forma progresiva hasta la plena implementación en 2027, se obligará a que conejos, pollitos, codornices, patos y gansos no vivan bajo el régimen de lo que se conoce como estabulación ganadera: vivir parapetado en unos mínimos límites físicos en los que engordan hasta el final de sus días. Las gallinas ponedoras, las cerdas y los terneros ya estaban cubiertos, aunque las gallinas ponedoras pueden mantenerse en jaulas “amuebladas” o con “enriquecimiento”, que ofrecen más espacio que las jaulas en serie apretadas, y por ese lado podría exigirse más espacio para estas criaturas.
Los seres sintientes europeos: según los datos de Igualdad Animal, una de las 170 organizaciones animalistas y ecologistas que han estado detrás de la puesta en funcionamiento de esta iniciativa ciudadana, tenemos 300 millones de animales en el continente que aún viven de forma técnicamente “miserable”, 92 millones de ellos en España, que es el país "con mayor número de animales encerrados” de la Unión. Paradójicamente, los estándares de bienestar animal de la UE se encuentran entre los más altos del mundo, y el avance de las legislaciones en favor del concepto de vida “sintiente” de los animales hará cada vez más en este sentido.
Incremento de costes, claro. Será el precio a pagar. La propuesta implica que se triplique el espacio que ocupa cada animal, lo que mermará la rentabilidad de la explotación. La comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, ha asegurado que Bruselas apoyará a los ganaderos “en todas las etapas de la transición” con medidas a través de la Política Agraria Común (PAC). Pero afectar va a afectar porque, por ejemplo, el 90% de los conejos de cría de la UE viven en jaulas y más de la mitad de las gallinas ponedoras lo mismo. Según el presidente de COAG en la Comarca de Cartagena, Vicente Carrión, el precio de los huevos se encarecerá en torno a un 20%.
Y la muerte del pequeño. El sector porcino, que se acuerda de la "bestial reconversión en 2013 y 2018", explica que la última tanda de obtenciones de derechos en pos del bienestar animal, supuso el cierre de 4.000 granjas españolas en siete años de las 70.000 que hay en toda nuestro país, aunque en ese mismo período aumentó el censo animal. Para los pequeños ganaderos los ecologistas y animalistas se convierten así en el aliado útil de la gran industria, que es la que se puede permitir este tipo de reconversiones. Lo cierto es que en todo el planeta la tendencia del sector agrícola es a la mayor y mayor concentración empresarial.
Directamente, injusta. Ha habido duras palabras por parte de Carrión en al menos un punto, en el que ha tildado a los legisladores de ignorantes de la realidad de la producción porcina. En las primeras tres semanas después de dar a luz, las cerdas deben mantenerse en estabulación para que su cuerpo no aplaste a los lechones mientras les da de mamar, y no hay “alternativa viable” que aumente su bienestar salvando una posibilidad, permitir que las madres, en libertad de movimientos plenas, maten así a algún recién nacido, un aumento extra de la rentabilidad por pieza.
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