Tomado de El Diario Montañés.es
El ejemplar de rorcual común que apareció el martes en la playa de Merón, en San Vicente de la Barquera, fue enterrado en una zona controlada del vertedero de Meruelo. La Consejería de Ganadería, competente en estas cuestiones a través de la dirección de Biodiversidad, ha decidido sepultar este ejemplar de ballena para, en su momento, recuperar el esqueleto. Una decisión similar a la que se tomó en su día con las ballenas que aparecieron varadas tiempo atrás en Santoña, Santillán y Oyambre.
La ballena permaneció este martes varada en la playa de San Vicente de la Barquera. El cetáceo, un rorcual común, apareció en torno a las ocho de la mañana en la orilla y quedó varado con la bajamar hasta que fue trasladado por miembros de la empresa de camiones Pi Pelayo al vertedero de Meruelo. De aproximadamente diez metros de largo, el animal fue durante todo el día el centro de atención de los vecinos de la zona, que se acercaron al arenal para verlo.
Desde el Servicio de Montes estuvieron dudando entre trasladar al animal o dejar que la marea alta lo llevase a otro lado de la playa “donde no haya bancos de arena que dificulten la carga de la ballena en una máquina”. “El acceso de un camión a esta zona del arenal es complicado, y no urge recoger al animal porque no hay bañistas”, explicó Severiano Arenal, jefe de Comarca de la Dirección General de Montes. Motivo por el que se valoraba la posibilidad de dejar las labores de recogida para este miércoles, con la esperanza de que la marea lo trasladase.
Sin embargo, finalmente las máquinas de la empresa Pi Pelayo cargaron al cetáceo para trasladarlo al vertedero de Meruelo en torno a las siete de la tarde. Hasta entonces, fueron muchos los que fueron a la playa para sacarse fotos con el rorcual y disfrutar de esta circunstancial atracción. Entre ellos, Servando, de Ruiloba, que acudió a la playa con la misma cámara réflex que hace un mes llevó a Pechón para ver al calamar que también varó en el arenal. “Es más grande que la que vi la última vez” aseguraba mientras sacaba fotos. “Merece la pena verlo porque es algo curioso”.
Se sospecha que el animal llevaba bastante tiempo muerto porque, aunque no olía, sí había empezado a descomponerse. Desde Montes informaron además de que se trata de un cetáceo joven que debió de desligarse de su madre y ser arrastrado a la costa. Tenía también señales en el cuerpo de haberse golpeado.
“La pobre”, comentaban una y otra vez Espe, Ramoni y Meli, tres vecinas de Udías que no dudaron en acudir a la playa “a ver a la ballena y a dar un paseo”. “Está muy machacada”, “¿qué harán con ella?”, “qué pena”. Fueron muchos los padres que durante la tarde acudieron con sus hijos para ver al animal, “porque eso no se ve todos los días”, decían. También Luisa Barrio, de San Vicente, sacaba fotos a la ballena. “Lo escuché por la radio y vine a verla. Es la primera vez que veo un animal tan grande”, explicaba. “Parece de madera y me ha impresionado mucho”. El rorcual común fue objeto de flashes y el mayor centro de atención.
Según el director del Museo Marítimo del Cantábrico, Gerardo García, el hecho de que últimamente hayan aparecido varios cetáceos en la costa occidental de Cantabria no responde a ningún patrón. “El varamiento está condicionado por el viento, el oleaje y las corrientes, que son distintas en invierno que en verano”, explicó. “Son estos tres factores los que favorecen que el animal aparezca en un sitio o en otro”.
“No son típicos los varamientos en la zona occidental ni oriental, sino que puede darse en las dos dependiendo de las condiciones”, añadió. “La estadística demuestra que están repartidos y que, dependiendo del temporal, aparecen en una u otra zona”, aclaró.
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