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lunes, 22 de abril de 2019

Caballos en libertad, conoce el trabajo de esta ONG Argentina

Hace siete años que rescatan equinos maltratados, los curan y les buscan familias. Los mascoteros de grandes animales son pocos, pero hacen mucho ruido.

Artículo de Maria Laura López Silva, tomado de El Día.com

Los voluntarios de caballos salvajes se encargan de alimentar a los animales.

Lucila Laberne siente que la pasión por los “bichos” está en su ADN. Siempre se conmovió por la situación de los animales pero siempre tenía el interrogante de por qué la gente se desvivía por salvar a perros y gatos pero no hacía nada por los caballos que tiraban de los carros. “Mi familia y amigos me decían que estaba loca cuando se enteraban que me había peleado con gente en la calle por querer desenganchar a alguno de un carro”, recuerda.

Los voluntarios atienden a los caballos en dos turnos los siete días de la semana.
Cuando era chico, en la casa del veterinario Juan Manuel Oliden había un caballo que era la mascota de la familia. Él cree que ahí comenzó su pasión por estos animales que lo llevó a trabajar con ellos durante toda su formación y carrera. “Todo lo que tengo en mi vida es gracias a ellos”, dice y por eso, cuando Lucila le propuso sumarse al proyecto para rescatarlos, no dudó ni un minuto.

Fue así como hace siete años crearon la ONG Caballos en libertad, que lleva más de 500 rescates de equinos. “Al principio secuestrábamos los caballos que eran usados para tracción a sangre. Era una locura porque nos amenazaban y se vivían situaciones violentas”, cuenta y agrega que ahora eso ya no puede hacerse, salvo que haya una orden judicial y un fiscal los autorice a llevarse el animal al refugio secreto.

El veterinario, Juan Manuel Oliden, asistiendo a un caballo,
junto a un voluntario de la ONG.
Y es que la dirección de esta ONG es secreta: “Si decimos dónde estamos pueden venir a llevarse algún animal recuperado, o por el contrario, nos dejarían caballos abandonados todo el tiempo. Ojalá pudiésemos rescatar a todos, pero es un trabajo muy duro y costoso”, explica.

El amor de esta comerciante y este veterinario, que vive en el mismo predio con los caballos en tratamiento, ha llevado a comprar los animales para tratar de salvarlos. “Hay personas sin corazón que tienen a los ´bichos´ como adorno, sin atención y cuando les decís que te los den para curarlos te los venden como si fueran animales de competición. Saben que nosotros pagamos casi cualquier precio con tal de que no sufran y se abusan”, cuenta Lucila.

En Caballos en libertad trabajan 15 voluntarios que se reparten entre los dos turnos de atención todos los días. Muchos son estudiantes de veterinaria y otros simplemente bicheros. Con la supervisión de Juan Manuel, tienen que sacar a los caballos que pueden salir, medicarlos, limpiar las camas, asistir a los que están internados, guardarlos y acostarlos.

Esta ONG no recibe ningún aporte del Estado y por eso organiza desde bingos hasta ferias de tatuajes solidarios para poder recaudar dinero y socios que los ayuden a mantenerse. “Tenemos un gasto promedio mensual de entre 50 mil y 70 mil pesos (€ 1.630 y 2.283)* entre comida y medicamentos. Sólo el traslado de un caballo nos cuesta unos 3 mil pesos. Y en otoño e invierno los costos suben porque por lo general llegan animales con patologías agravadas por el frío”, detalla Lucila y Juan Manuel resalta “siempre estamos en rojo”.

Claro que también son bien recibidas las donaciones de avena, rollo fardo, alimento balanceado, mantas, sogas, bozales y elementos de botiquín, entre otras cosas.

Militantes del proteccionismo animal, siguen paso a paso los avances legislativos que hay en la materia, pero creen que lo que hay hasta ahora no es suficiente. “No hay control gubernamental y tenemos que insistir mucho para que nos escuchen cada vez que hacemos una denuncia por maltrato a algún caballo. Así y todo, no bajamos los brazos”, subraya Oliden.

En este momento la ONG tiene 10 caballos en tratamiento y algunos más viviendo en el predio ya recuperados. “No es lo mismo dar en adopción a un perro o un gato que a un caballo. Hay que tener espacio y capacidad de mantenimiento, porque es un animal grande”, dice Laberne y explica que sólo los dan a “conocidos de conocidos, para garantizarnos de que tenga una buena calidad de vida. Entrevistamos a quienes quieren llevárselos y después hacemos un seguimiento para estar seguros de que estén bien. También donamos a algunos para los tratamientos con personas con discapacidad, cuando sucede eso estamos felices, porque sentimos que se cierra el círculo de amor”.

* Tipo de cambio obtenido de Yahoo Finanzas.

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