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En Tchimpounga, hay distintos recintos y grupos de chimpancés según su edad y afinidades. Los pequeños e infantes hacen salidas al bosque guiados por cuidadores, y los chimpancés adultos pasan el día en sus grandes recintos exteriores, que incluyen áreas de bosque denso. Allí juegan, exploran y socializan hasta que cae la tarde, momento en que vuelven a los dormitorios para cenar y pasar la noche. Cuando entran al dormitorio, se aprovecha siempre para inspeccionar su estado de salud, aunque no suele haber novedades. Por lo tanto, imaginad la sorpresa del personal cuando el jefe médico llamó a la doctora Rebeca Atencia para notificarle sobre una nueva residente: ¡una de las chimpancés hembra tenía una pitón!
Rebeca llegó a toda prisa a los dormitorios, y apenas podía creer lo que veía: Matondo, una de las hembras adultas, tenía una pitón de más de dos metros sobre sus hombros, como si fuera una bufanda. Al principio, se pensó que la pitón estaba muerta, pero poco después comenzó a deslizarse por la espalda de Matondo. Entonces la chimpancé, rescatada hace años cuando había quedado huérfana, retiró cuidadosamente a la pitón de su hombro y la puso en su regazo, como si cuidara de un bebé.
Durante las siguientes dos horas, el personal médico de Tchimpounga miraba con asombro cómo Matondo jugaba con la serpiente y la protegía de los otros chimpancés en el recinto. Evidentemente, no se quería dejar a la serpiente con los chimpancés durante la noche debido al potencial peligro para ambas partes: la pitón podría atacar a uno de los chimpancés, o ser lastimada o matada por éstos. Afortunadamente, cuando el sol se estaba poniendo, el equipo del IJG se las ingenió para convencer a todo el grupo de chimpancés y a Matondo en especial (comida mediante) de que saliera del dormitorio sin la pitón. Antes de salir, Matondo se encargó de acomodar cuidadosamente a su nueva amiga reptil en su nido, asegurándose de que quedara oculta y protegida de los otros chimpancés.
Con todos los chimpancés por fin fuera del dormitorio, Rebeca Atencia pudo entrar y retirar a la serpiente. La veterinaria española revisó a la pitón para ver las heridas, ¡pero se sorprendió al encontrarla completamente ilesa! Cabe destacar que hicieron falta dos personas para quitar la serpiente del brazo de Rebeca. Finalmente, se llevó a la serpiente a un bosque vecino, retornándola a su hábitat natural con la puesta de sol en el horizonte.
El caso de Matondo es muy singular, dado que los chimpancés suelen tenerle miedo a las serpientes. Pero por otro lado, sus cuidados y su empatía no son una novedad, dado que los chimpancés en estado salvaje, tal como registró Jane Goodall en Tanzania hace 5 décadas, también pueden adoptar a crías huérfanas de su grupo, o a veces juegan con otras especies. En cautividad, se han registrado casos de cuidados, juegos y empatía por parte de grandes simios hacia otras especies, incluyendo otros primates, perros, gatos, pájaros y, por supuesto, humanos.
Pd: el 22 de octubre (19.20hs), la Dra. Rebeca Atencia dará una conferencia en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Más información: info@janegoodall.es
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