Piko-chan escapó por la ventana de su domicilio, donde había vivido dos años. Eso sucedió el pasado 29 de abril. Al día siguiente, después de un largo "paseo" se posó sobre el hombro de un transeúnte, el primero que le inspiró confianza.
El peatón lo llevó a la comisaría y lo entregó a los policías, acompañándolo con un comentario de que decía algo sobre el lugar de su vivienda. No obstante, en la comisaría el loro guardó silencio.
Tres días "bajo custodia" persuadieron al periquito a rendir su primera declaración. Tras "desembuchar", los detalles sorprendieron a los agentes: comunicó la dirección postal de la casa donde quería que lo devolvieran y su nombre.
Los agentes se pusieron en contacto con los inquilinos de la vivienda indicada por el loro y pocas horas después les devolvieron la mascota. Su propietaria reveló que hace años había perdido a su "antecesor", que no sabía regresar a casa. Cuando adquirió a Piko-chan, decidió adiestrarlo a que dijera las cosas más vitales para él y no las tonterías que se suele enseñar a los loros.
Según opinan los biólogos, los casos en los que esta especie de las aves logra hablar articuladamente no son demasiado frecuentes. La capacidad de comunicar una información detallada destaca en especial el caso del periquito de Sagamihara.
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