El ejemplar más longevo conocido en libertad de esta especie de buitre ha emprendido con 30 años su migración a África después de sacar adelante un pollo.
Artículo de Esther Sánchez, tomado de El País.comEl alimoche más longevo conocido. |
A Doce, el alimoche más longevo conocido en libertad, no le pesan los años. El domingo emprendió, a sus 30 años, una nueva migración camino del Sahel ―zona de transición entre el desierto del Sáhara y la sabana sudanesa―, donde pasará el invierno junto a otros congéneres. Tardará unos 15 días en recorrer los aproximadamente 2.000 kilómetros que separan su Pirineo oscense natal de Mauritania, en los que EL PAÍS va a seguir su ruta gracias a los datos de un emisor por satélite que porta. Doce fue descubierto en 2020, cuando un grupo de científicos lo recapturó y comprobó que portaba una anilla de identificación colocada hacía tres décadas, lo que le convirtió en un ejemplar especial, en un abuelo entre los alimoches. En todos estos años de viajes de ida y vuelta, los científicos han calculado que ha volado 166.535 kilómetros, el equivalente a dar 4,15 vueltas a la Tierra. Y sigue sumando.
Domingo 12 de septiembre. Doce comienza la migración. Abandona el vertedero de Pallars Jussà situado en Figols (Lleida), donde se alimenta de forma habitual. Allí repuso fuerzas para levantar el vuelo y comenzar el gran viaje. Tras un vuelo de 265 kilómetros, duerme en Molina de Aragón (Guadalajara), en la copa de una encina en mitad de un encinar solitario. En los días previos, El basurero se convierte en un lugar de interacción social, donde han llegado a contar 70 alimoches antes de la migración. Allí se alimentan junto con aves de otras especies de forma habitual, sin prestar atención al trasiego de máquinas y personas. “En el rastreo de los desperdicios encuentran carne muchas veces y de forma más sencilla que localizando carroña en el campo”, explica José Luis Rivas, miembro del equipo del IREC-CSIC, que desarrolla el proyecto. Durante el resto del viaje, que realiza solo, encontrará alimento de forma ocasional, pero “mucho no comerá”.
Lunes 13. Deja Molina de Aragón a las 11.00, se desplaza otros 59 kilómetros, y pasa la noche entre Priego y Cañamares (Cuenca), al noroeste del parque natural de la Serranía de Cuenca en una pared de un cortado rocoso.
Martes 14. Doce permanece la jornada completa en el mismo lugar y pernocta en el mismo cortado. “Quizá encontró algo con lo que alimentarse y por eso no ha continuado el camino, es complicado saber la razón”, comenta Antoni Margalida, investigador del IREC-CSIC y director del proyecto que estudia los movimientos de este y las otras tres especies de buitre (leonado, negro y quebrantahuesos).
Miércoles 15. La última señal se recibió a las 8.00 de este martes desde el mismo lugar donde durmió. Los científicos piensan que es posible que haya reiniciado el viaje.
Todavía no hay más datos ―el GPS emite cada tres días―, pero se puede tomar como referencia el periplo del año pasado. Doce cruzó el Ebro por Villafranca de Ebro y pernoctó en una encina cerca de Cañaveras (Cuenca). En Andalucía se le detectó cerca de Pozoblanco (Córdoba) y pasó una noche en otra encina entre cultivos, muy próxima a Écija (Sevilla). Ya en Tarifa, se dirigió al Estrecho de Gibraltar, que cruzó en 20 minutos, y tocó Marruecos en la playa de Qued Alian. Después atravesó el Atlas, hizo noche en Tinduf (Argelia), para internarse en el Sáhara y volar varios días por pleno desierto hasta llegar al punto de invernada, en el Sahel, entre Mauritania y Mali. La altitud mayor que alcanza la especie en vuelo es de en torno a 3.000 metros y la velocidad máxima detectada es de 100 kilómetros por hora, con una media de 43 kilómetros a la hora.
Mapa del recorrido de 324 kilómetros realizado por Doce hasta el 15 de septiembre. |
Este año, antes de partir, Doce fue padre de un pollo, lo que demuestra que “el abuelo está en buena forma y nos sirve de referencia para comprobar que en estado salvaje se reproduce con normalidad a pesar de la edad”, explica Margalida. Los pollos de esta especie abandonan el nido durante la primera quincena de agosto y también migran. Pero durante el primer y segundo año de vida se quedan todo el año en África, porque tienen alimento, no han alcanzado la madurez sexual y no tienen la obligación de migrar para reproducirse. En España se encuentra el 32% de la población europea de esta especie de buitre —unas 1.500 parejas—, calificada como vulnerable debido a la importante recesión que ha soportado en las últimas décadas.
La sabiduría que le otorgan los años juega a favor de Doce, que cuenta con más recursos que los juveniles para sobrevivir a la larga travesía, que emprende dos veces al año. En marzo regresará por una ruta similar. “Ha cruzado muchas veces y conoce bien por dónde se mete, de ahí que su supervivencia sea más elevada”. Los científicos conocen las andanzas de este alimoche desde 2020, cuando se le capturó y comprobaron que se le había anillado en otro proyecto de investigación cuando era un individuo juvenil, en el parque natural de las Bardenas Reales (Navarra). La recaptura se produjo a 175 kilómetros de donde se le marcó por primera vez, en el límite entre Huesca y Lleida. “Seguramente ha estado por aquí todo este tiempo”, reflexiona Margalida. Se le equipó con un GPS, que ahora permite su seguimiento, y se le bautizó como Doce (las dos primeras letras de los apellidos de los biólogos que lo anillaron: José Antonio Donázar y Olga Ceballos).
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