Con solo dos mesitos de vida, posiblemente menos, esta inocente criatura llevado por el afán de descubrimiento, la aventura, las ganas de jugar y su innata curiosidad, encontró la muerte en lo que tal vez fuera su primera exploración a los alrededores de su lugar de nacimiento. Lo más triste del caso es que lo mataron en un tramo de carretera donde le velocidad está limitada a 50 kms por hora, porque hay un cruce de vías, incluso una parada de autobuses y un paso de peatones.
Dudo mucho que no pudieran evitar matarlo, incluso en la zona el tráfico no es excesivo y siempre existía la posibilidad de bajarse del coche y al menos espantarlo hasta que desapareciera entre los pequeños matorrales cercanos donde seguramente habrá nacido.
Se que de haberse producido en una autopista habría sido inevitable, pero en este trozo de carretera concretamente la TF-65 entre los kilómetros 4 y 5 que discurre entre Los Abrigos y San Miguel de Abona, a esta muerte no le encuentro explicación alguna. Ya pienso cualquier cosa, he llegado a ver conductores que lejos de disminuir la velocidad al ver un animal en la vía, aceleran a fondo para tratar de alcanzarlos. En fin, nunca se sabrá, tampoco parece interesarle a nadie de que manera murió esta otra de las tantas víctimas que a diario perecen en nuestras carreteras.
Lo único que pude hacer por el, fue recogerlo del asfalto, llevarlo a la cuneta al lado de la carretera y como pude semienterrarlo debajo de un poco de grava y otras piedras. Detrás habrá quedado una madre que sabe que le falta uno de sus hijos y unos hermanos de los que con casi total seguridad tampoco sobreviva ninguno. D. E. P anónimo gatito.
Daniel Santos Bonachea.
martes, 17 de agosto de 2010
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