Los canes deambularon una semana por el cierre ganadero de la zona para alimentarse.
Artículo de J.R., tomado de La Voz de GaliciaCEDIDA |
Los montes de Padróns soportan cada año, sí o sí, un incendio. Ya sea un conato o un gran frente de dimensiones inabarcables. Una maldición arraigada a la que, en el 2020, se sumaron los primeros casos de cuatreros. Justo al poco tiempo de regresar el ganado a estos montes de Ponteareas. Estas reses integran una explotación regulada y autorizada, todas tienen chip y se geolocalizan por una aplicación del móvil que las ubica en tiempo real en el mapa. Lo último, también relacionado con el ganado, implicó una denuncia ante el Seprona de la Guardia Civil. La presentaron los comuneros de Padróns alertados por el hallazgo de una vaca adulta y una yegua muertas e incompletas.
La ausencia de movimientos en la aplicación del móvil alertó a los propietarios de que algo raro ocurría. Ya ubicados los animales, ambos presentaban heridas propias de un salvaje ataque animal. Inicialmente se barajó la posibilidad de que el autor fuese un lobo. Pero los montes, cuando se recorren y cuidan a diario, no son tan vastos. De ahí que la presencia de una manada de 17 perros famélicos no pasase desapercibida entre quienes buscaban explicaciones a las macabras escenas.
Las pesquisas permitieron fotografiarlos e, incluso, identificar al propietario. La tesis recogida en la denuncia indica que el titular de los canes los habría soltado en los montes de Padróns para alimentarse. El informe añade que los dejó a su suerte durante una semana y, casualmente, los animales acabaron entrando -o ya los soltaron dentro- del cierre ganadero. Lo que vino después originó la denuncia. La persona propietaria de los perros, según parece, es un cazador furtivo que reside «en la zona» de Padróns.
«Queremos dejar muy claro que no es una cuestión contra los cazadores, con los que mantenemos una gran relación y convivimos con ellos perfectamente en los montes. Incluso nos ayudan si hace falta, no sería la primera vez», explica la presidenta de los comuneros, Olga Rodríguez antes de añadir: «Ellos contribuyen al mantenimiento del monte, pero no los que salen a cazar sin autorización. La gente, a lo mejor, piensa que perder una vaca madura y una yegua, ambas con sus respectivos chips, vacunadas y todos los controles superados no supone mucho dinero, pero se equivoca, y lo peor es que no amortizará».
El verano, además de ser un motivo de preocupación por la llegada del fuego, es la época preferida por los cuatreros para actuar. Sobre todo con los potros, que nacen un poco antes y en los meses de calor ya tienen el tamaño perfecto para venderlos. Operaciones comerciales completadas de tapadillo y sin garantías sanitarias que son posibles gracias al robo de ganado y cuatreros que acechan allá donde hay reses pastando.
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