Los dos animales fueron encontrados a principios de febrero por una visitante del Safari Parque de la región rusa de Primorie, cuando tenían apenas dos semanas de edad. Mientras se decidía su destino, albergó a los osos (bautizados como Iván y Masha) la familia de los veterinarios del parque. En un principio eran muy vulnerables, porque aún eran ciegos. Los alimentaban con una mezcla especial de leche de vaca y de cabra, manteniéndolos siempre en un sitio caluroso.
Después de todos los trámites necesarios, acordaron que los hermanos pasaran a manos de un famoso domador, Iván Yarovói, y vivan temporalmente en su domicilio en Moscú. Puede considerarse una gran suerte ya que actualmente en Rusia hay más animales desamparados que plazas libres en zoológicos, circos u hogares de refugio, según afirman los veterinarios.
El director del parque donde encontraron a Iván y Masha, el zoólogo Dmitri Mézentsev, cuenta que sólo durante el año pasado el Safari Parque de Primorie albergó a seis crías de osos que se quedaron huérfanos cuando sus madres cayeron víctimas de la caza ilegal.
El destino ideal para los animales salvajes sería volver a su hábitat natural, pero según los expertos, eso resulta imposible. Una vez que los oseznos entran en contacto con el hombre, aunque sea por poco tiempo, siempre tienden a volver, explica Mézentsev.
Iván y Masha pertenecen a la especie de oso del Himalaya u oso negro asiático. La caza de estos osos en Rusia está prohibida desde el 1 de enero, pero aún existen cazadores furtivos. Antes, el Estado permitía cazar a entre 75 y 100 osos al año, pero el número de animales abatidos de manera ilegal podía llegar a ser varias veces superior. Hasta ahora la caza deportiva de este animal está permitida en algunos países. Además, en China, por ejemplo, se mantiene la creencia de que la bilis del oso asiático es curativa por lo que miles de estos animales viven enjaulados ilegalmente.
El caso de los ositos Iván y Masha vuelve a despertar la preocupación por la protección de especies en peligro de extinción. Los especialistas reiteran la necesidad de leyes más severas y un mayor número de parques naturales y criaderos especiales.
De momento muchos de los animales salvajes víctimas de la caza furtiva, sólo pueden esperar la ayuda de personas que no sean indiferentes a este problema y estén dispuestas a cuidarlos por su propia cuenta y por su buena voluntad.
Mi nota: Esto es lo que en mi pueblo le llamamos "salir de Guatemala para entrar en Guatapeor". Como si no hubieran tenido ya suficiente desgracia ahora por lo que se ve deben sentirse afortunados de pasar el resto de sus vidas en un circo con todo lo que ello conlleva. En fin...
Daniel Santos Bonachea.
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